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jueves, 12 de abril de 2012

Tiempo de cambios, tiempo de esperanza(3 minutos)




Tiempo de cambios, tiempo de esperanza(3 minutos)




Y la crisis avanza , firme, resolutiva. Cambia gobiernos, comunidades políticas y acongoja al hombre. Es imprevisible y errática. Subida al capricho de las emociones destruye lo que más se anhela: la seguridad, la confianza. La incertidumbre es ya una constante. Cotidiana. Es posible que sea una cuestión de perspectiva y debamos asumirla como escenario cotidiano.
Llegamos a esta situación con valores, erosionados, unos; nuevos, otros. No, desde luego, los más adecuados para afrontar desafíos. Entre algunos: hedonismo individualista, consumismo, relativismo, rechazo de la disciplina, exigencia de calidad de vida, negación de la vejez, negación de la enfermedad y el dolor, relajamiento institucional e inhibición de la sociedad, rechazo de la muerte, sobrevaloración de la apariencia... ¿Hasta cuándo este individualismo ególatra podrá mantenerse?
Sin duda, la crisis de 2007 de Lehman Brothers, mundial, vía globalización, ha provocado una deconstrucción paulatina de ese 'Estado de seguridades' -llamado hace poco 'Estado-providencia'-. Quizás por falta de previsión, quizás por exceso de confianza o porque en definitiva era inexorable. Pero es palpable que una nueva conciencia se está fraguando y con ella valores que dimos por superados.
La entropía financiera fuerza a cambiar un modelo social y económico que ha quedado obsoleto. Yo apuesto por la fuerza de la persona en sociedad. Por un individualismo responsable . Con la dignidad que por naturaleza le corresponde. Pues el hombre es un fin en sí mismo, como dijo Kant. No exijo a la política nada de lo que yo, como persona, no pueda exigirme. Dirigir sociedades debe tener límites y responsabilidad. Resulta extraño hablar de ella. Es posible por lo que Giddens denomina 'corrosión del carácter', propio de las sociedades modernas : lo responsable como categoría moral se difumina.
Se ha derramado mucha inocencia sobre las ideologías para luego ver una claudicación ante el imperativo de la solvencia de un país. Y ello significa que lo económico se ha convertido en un nuevo control sobre la actuación de los estados más allá de la llamada 'soberanía popular' del siglo XVIII.
Hoy se habla de cesión de soberanía a la Unión Europea, principalmente en materia fiscal y macroeconómica, mediante la 'gobernanza económica'. Se pretende potenciar el poder económico de la UE sobre sus miembros. A través de la intervención pública lo que evidencia un giro en el significado originario de aquella gobernanza que gravitaba sobre la eficiencia privada postulando gestiones avanzadas.
Esta nueva gobernanza económica es recogida en la Declaración de los Jefes de Estado o de Gobierno de la zona euro y las instituciones de la UE, adoptada en Bruselas en 21 de julio de 2011, cuyo título 8 permite:
«[…] Intervenir en los mercados secundarios sobre la base de un análisis del Banco Central Europeo que reconozca la existencia de circunstancias excepcionales de los mercados financieros y riesgos para la estabilidad financiera, así como sobre la base de una decisión por mutuo acuerdo de los Estados miembros del FEEF (Fondo Europeo de Estabilidad Financiera) / MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilización) para evitar el contagio[…]».
Y el gran reto, que puede resultar paradójico en un marco tan imprevisible como el financiero : la necesidad de confianza internacional .Su falta fue declarada por algún país asiático, recogía el Washington Post en su edición electrónica de 24 de septiembre de 2011, en el Comité ministerial conjunto de las Juntas de gobernadores del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional para la transferencia de recursos reales a los países en desarrollo, celebrada en Washington en 24 de septiembre de 2011. Se comentaba (sobre una traducción no legal) deficiencias de la democracia occidental y su ética, cuestionando la capacidad europea para asumir decisiones que puedan cambiar su forma de vida1 .
Esta duda no significa otra cosa que cuestionar la operatividad económica de las democracias occidentales y la madurez de los pueblos para optar por dirigentes que asuman retos lejos de réditos políticos.
Sobre estos hechos fácil es constatar el momento tan relevante que atravesamos. Y la necesidad de una gestión no ya eficaz sino certera y fecunda . Llegamos a encrucijadas decisivas. Lo más trascendente es que la globalización nos obliga a una lucha con sacrificios para salvar a una Europa que emprendió un proyecto de unión política y económica que hoy se cuestiona.

Poder,legitimidad y miedo ( 4 min)


Poder,legitimidad y miedo ( 4 min)



©Juan B Lorenzo de Membiela

Las teorías sobre los procesos de socialización y de formación de la personalidad evidencian la relación existente entre las dudas sobre la propia identidad y el miedo16.Vivir en un entorno de miedo lesiona la integridad moral. Los derechos fundamentales son un límite a estas prácticas represivas , al menos, teóricamente, porque así constan en la CE .
No comparto  el axioma de Spinoza: «Es terrible que la gente pierda el miedo»17 porque contradice el fundamento mismo del Estado de Derecho y es un transversalismo ideológico.

Para  Ferrero, el poder está sólo al alcance de una minoría organizada pero esta minoría no se encuentra frente a una masa sino ante un universo de valores a los que se debe adherir,porque el uso de la  fuerza no es infalible  a la obediencia, pudiendo causar revueltas y sublevaciones, de ahí el miedo que motivan.
El poder, la autoridad, debe venir reconocido, desde la base a la elite,  no por el miedo sino por legitimidad. Pero sin obviar  que el hombre es temeroso por naturaleza debido, en parte, a su instinto de conservación, y en parte,  a la falta de valores que hagan soportable la adversidad. 

Otro de los efectos del miedo es la división de la organización por empatía: genera desconfianza entre jefes y operarios y quiebra el compromiso ético de éstos con la empresa. La potenciación hasta límites extremos del principio de autoridad llega a romperlos principios de la Gobernanza y con ello la imposibilidad de aplicar la buena  gerencia...

El miedo impide la libertad, considerando la libertad ,como la capacidad personal y espacio público que me permiten desarrollar mi proyecto personal de felicidad.

Es decir, desarrollar autónoma y personalmente un proyecto de vida acorde con mis expectativas, limitaciones y talentos. 
Libertad dentro de un orden asumido que es configurado por el Estado Social y de Derecho cuyos valores de libertad e igualdad del art. 1 .1º CE  impiden cualquier tipo de terribilitá y cualquier tipo de exención en el cumplimiento de la ley. 

Y ello debe ser así, porque como dijo  Rousseau en 1755: « Si se encuentra en un pueblo un solo hombre que no esté sometido a la Ley, todos los demás están sometidos a éste » . Que es idéntico a lo que Nixon, sobre las palabras de Lincoln,  asentó: « Nadie está por encima de la Ley , nadie está por debajo de la Ley » .

Estas reflexiones vertebran la concepción original del Estado liberal democrático-constitucional. Si esta idea quiebra el principio de igualdad constitucional  del art. 1.1º CE  , como valor fundamental de la CE , frustra el Estado de Derecho como antítesis al Estado policía y totalitario,sucumbiendo a la arbitrariedad política, administrativa o  personal simplemente . 

Pero también el Estado Social, que protege no sólo la libertad del Estado, sino la libertad en el Estado.  Y con él la cláusula favor libertatis  o indubio pro libertate  que permite una protección jurisdiccional de los derechos del hombre.

La operatividad de este principio obliga  a la Administración a escoger  de entre varios actos limitativos posibles habilitados por la ley el que  resulte menos restrictivo para la libertad individual. La definición del principio favor libertatis dada por  la STC , Sala 2ª, 29  de mayo de 2000 es ilustrativa de su fuerza expansiva. Y esa fuerza reside en el valor libertad del  art. 1.1º CE , el  FD quinto reflexiona:

« […] Como consecuencia de esta característica de la excepcionalidad,rige el principio del «favor libertatis» (SSTC 32/1987 y 34/1987, ambas de12 de marzo; 115/1987, de 7 de julio y 37/1996, de 11 de marzo) o del «indubio pro libertate» (STC 117/1987, de 8 de julio), formulaciones que, en definitiva, vienen a significar que la interpretación y aplicación de las normas reguladoras de la prisión provisional «debe hacerse con carácter restrictivo y a favor del derecho fundamental a la libertad que tales normas restringen, dado, además, la situación excepcional de la prisión provisional.Todo ello ha de conducir a la elección y aplicación, en caso de duda, de la Ley más favorable, o sea, la menos restrictiva de la libertad» (STC 88/1988, F.1)[…] » .

Dignidad del hombre y el hedónico nihilismo ( 2 minutos)


Dignidad del hombre y el hedónico nihilismo ( 2 minutos)

 ©Juan B. Lorenzo de Membiela - Doctor por la Universidad de Valencia,  



 I. Valores 

 Lo deseable sería pedir héroes, inmunes al medio, inmunes a la ingeniería emocional que el entorno despliega para compeler acciones u omisiones. Estrategias domesticadoras de miembros de Poderes independientes, con voluntades objetivas. Pero con subsistir como personas, sin dictar razonamientos transversales a las tesis oficialistas es suficiente.

 El mantener una lealtad jurídica, en el fondo y forma requiere poseer una integridad en el fuero interno que molesta ante una vulgarización creciente con daño grave al Estado. Gregorio Robles, sostiene que la crisis de valores tiene algo de tópico. Fundamenta esta afirmación en los cambios de la sociedad occidental con posturas más laxas sobre postulados, supuestamente indicadores de valores[1]. 

Pero ello no es así. 

La constatación de la crisis de la pareja, el antimilitarismo, la crisis de la familia, el aborto, no es síntoma de una laxitud, podemos llamarlo cambio, sino de una pérdida de los valores morales básicos, aquellos que construyen una convivencia pacífica en cualquier sociedad. Pero lo más grave quizás no sea ese relajamiento, sino la adquisición de otros que basados en la permisibilidad, en el hedonismo, crean Estados invisibles, sin gestión, sin responsabilidad. Espejismo de gestión que causa espejismo de Estado protector. Solo Estado vigilante, Estado coactivo, Estado subjetivo. 

La STSJ de Cantabria, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección 1ª, 20 de marzo de 2009[2], expone un razonamiento valiente que condiciona el relativismo publico cuando dice que la ética moral no se subsume ni se agota con la jurídica, pero sí es ésta el mínimo referente de la convivencia social. El FD quinto expone: 

“(...) Desde dichos planteamientos no cabe hablar de confusión entre ética y Derecho, pues la ética moral no se subsume ni se agota con la jurídica, pero sí es ésta el mínimo referente de la convivencia social, sin que por la parte recurrente se explicite de forma clara las razones por las que dicha ética que "pretende imponerse" no dimana de la "naturaleza humana", concepto éste tan global y amplio como necesitado de precisión al objeto de comprender el por qué los valores y contenidos éticos de la asignatura no dimanan de la misma, y, si efectivamente, el ordenamiento jurídico evoluciona y cambia y con él las reglas de convivencia ciudadana, no podemos por menos de convenir que dichos referentes mínimos a respetar por todos, cualquiera que sean sus íntimas convicciones, no entrañan la sustitución de la ética personal por el Derecho, sin que, por tanto, el consenso en la elaboración de las leyes pueda sustituir a la conciencia e íntimas convicciones religiosas o filosóficas» (fundamentos jurídicos a 17º a 20º)(...)”.

 II. Volatilidad de la conciencia.

 La indefinición de principios , la inconsistencia cognitiva, no es otra cosa que un relativismo de corte nihilista: desvalorización de todos los valores que conduce a una tiranía amoral. 

Si todo carece de sentido se compromete la razón de una sociedad y la dignidad del hombre que la integra. Se merman las bases de Occidente. Se causa su declive y vulnerabilidad letal frente a otras culturas vigorizadas por una emotividad ebria de derechos pero sin deberes.

 El resultado, además, no sería otro que una vuelta a la primigenia atávica del instinto y con ello, la implantación de un modelo social construido sobre el miedo.

 En ese momento el hombre dejará de ser persona o tal vez nos encontremos con el llamado por Rincón Serrano « hombre complejo»: al hombre que se le permite una cierta esquizofrenia para aceptar cambios de comportamiento y de valores a medida que cambian las organizaciones[3]. 

Ello no significa otra cosa que el sometimiento del hombre a la organización y sus valores, rechazando los propios y convirtiéndose, por ello, en un ente dual, productivo y consumista.

 Como destacó Joan Alfred Martínez en 1998 en su recensión a un estudio de Romanet y Aguirre[4], el miedo al futuro y el desamparo dibujó un panorama construido sobre las siguientes características:


a) Regresión intelectual debida al ascenso del irracionalismo. 

b) Vulgarización y uniformización de los contenidos culturales en pro de los intereses comerciales.

 c) Relativismo cultural que, bajo la coartada de defender la multiplicidad de culturas, atomiza los valores y socava la idea de unos derechos humanos universalmente válidos, amenazando incluso a aquéllos ya reconocidos e instituidos. 

d) Búsqueda de identidad por el desarraigo general que motiva una crisis conceptual e intelectual. 

e) Progreso material sin progreso moral. 

f) Futuro social sin ética humanista, justicia y verdad. Todas estas facetas son identificables hoy. 

En este contexto sólo el resurgimiento de la responsabilidad humana, destaca Havel, puede resistirse al automatismo irracional de la devastación, impersonal y amoral. Responsabilidad que no depende de declamaciones institucionales sino del desafío de las acciones cotidianas. Lo insignificante cobra aquí un protagonismo esencial, imprescindible, para ser más precisos.

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[1] Robles, G., Los derechos fundamentales y la ética en la sociedad actual, Civitas, Madrid,,1997, p. 81.

 [2] (JUR 2009,234338).

 [3] Rincón Serrano, A., El individuo y las organizaciones, Ecobook-Editorial del Economista, Madrid, 2006, p. 261.

 [4] Martínez, J.A., recensión sobre « Aguirre, M., y Ramonet, I.: Rebeldes, dioses y excluidos. Para comprender el fin del milenio, Icaria, col . Más Madera, Barcelona, 1998 » .Anuario de Filosofía del Derecho, 2000, t. XVII, pp. 555-58.

Sobre la pretendida civilización: el linchamiento Urdangarin.( 5 min.)






La diferencia entre las sociedades que llamamos «bárbaras» de las que no lo son consiste en el respeto a la dignidad del hombre. Hoy contemplamos los efectos de la falta de valores... El linchamiento a Urdangarin sobre la base de indicios, conjeturas, sospechas … verifica hasta qué punto lo emocional se impone y anula la razón. Hecho que es constatado por la psicología. Y se despoja a una persona de sus Derechos para ser lapidado sin contemplaciones inexistente condena.

Resulta difícil analizar este fenómeno cuando durante años sucede sin mayor repercusión. Los autos «filtrados» de los tribunales poseen, por arte de magia, naturaleza concluyente sobre la culpabilidad del encausado. Al menos, para construir una gradería mediática y aplicar tormento que ya de por sí, es expiación, es condena. 

Castigos sin juicio previo. Dolor. Aflicción. Esto es totalitarismo, supone alienación . Un paso más hacia la deconstrucción de la persona como entidad libre.

Es otro avance hacia el declive de Occidente que se cimienta sobre los derechos del ciudadano frente a la injerencia de otros. Culpables lo somos todos, no cabe mitigar la responsabilidad derivándola a extraños.

 No hay cultura de la legalidad, pero tampoco cultura cívica que la sustente. Si no existe respeto por la persona ¿cómo luego reclamarlo para sí mismo? ¿cómo responsabilizar a otros de la falta de valores que se fomenta dando un crédito inefable a siseos maledicentes?

El auto del Juzgado de Instrucción núm. 3 de Palma de Mallorca de 29 de diciembre de 2011 ordena esclarecer hechos con posible trascendencia penal. No es sentencia condenatoria firme.

Ha sido Kant -con antecedentes en Tomas de Aquino- , quien en su obra Fundamentación de la metafísica de las costumbres , define a la persona como un fin en sí misma.

Su calidad, o excelencia en el ser, remite a esa idea, y por ello, la necesidad de un respeto incondicional. No puede ser usada como medio, como instrumento , a «capricho ».

Su carácter racional la distingue como fin en sí y no como fin para otros o en función de otros. Es por ello que en el caso Urdangarin no distingo entre su persona y lo que representa por su relación conyugal , aunque se deduzca por ello el motivo de tal bullicio .

Derecho al honor, a la integridad psíquica, a la presunción de inocencia y a no declararse culpable. Derecho a defenderse en un proceso público con garantías. Estos son Derechos fundamentales. Que tenemos la obligación de reconocer, como declara el art. 9.1º de la Constitución .

 En un país como España, segundo del mundo con más legislación , extraña que estos sucesos se produzcan; pero se producen. Como dijo Heck, la maldad y la tontería no se deben honrar aunque sean en masa, pero ¿quién es inmune ante la irritación de una sociedad sumida en la desesperanza de un futuro incierto ?

Puede ser noticia, pero de serlo, debería producirse tras una sentencia condenatoria y tampoco estoy muy seguro que junto a una punibilidad criminal deba de sumarse otra gratuita de carácter moral .

El hacerlo prematuramente lesiona un derecho fundamental como es el de defensa. Porque es probable la pesadumbre del acusado al ver comprometida su honorabilidad por altas dosis de publicidad. Que no esclarecen los hechos y sí fomentan tensiones que en nada favorecen el fuero interno del juzgador.

El espectáculo ha empezado. Pan y circo , como en tiempos de Octavio Augusto en el Segundo triunvirato de la Roma imperial. Han pasado milenios y el hombre es incapaz de sustraerse a su instinto predador .

Ya en el s. XVI hubo personas como Montaigne y Erasmo a quienes horrorizaban los excesos de la intolerancia y la hostilidad entre grupos humanos. Hoy todavía causa perplejidad la tiranía contra la persona, o más bien, las arbitrariedades de muchos contra uno . No falta al encausado bravura para lidiar con estos astados . Sólo por ello merece un respeto porque muchos sucumbirían ante tamaña adversidad.

Puede ser inocente o puede ser culpable. El Derecho regula sus consecuencias.

 Pero no cabe olvidar el « quid prodest »: ¿a quién beneficia la polémica? España se está convirtiendo en un enorme interrogante de sucesos trascendentes de su inmediata historia.

miércoles, 11 de abril de 2012

La soledad de los moribundos (( 7 min.)


La soledad de los moribundos (( 7 min.)

©Juan B. Lorenzo de Membiela
Doctor por la UV


Norbert Elías escribió  « La soledad de los moribundos »  en 1982 en Alemania. La primera traducción al español fue en  1987,   mostrando  una de las caras más sombrías de la modernidad que hoy vivimos. No afrontar el hecho  del envejecimiento  o la decrepitud de la vida  y no enfrentarse a  su  fugacidad. Estos dos comportamientos responden a la cultura del hedonismo   que valora la « congelación en  la juventud  »  y el rechazo del sacrificio en favor del confort. Todo lo  bello y placentero se admite  excluyentemente sin importar si es o no bueno. Se denosta a  la vejez  como producto suburbano que es imperioso ocultar.

El goce en  lo vital que se ha desarrollado en occidente  causa  que el colectivo  de los mayores y enfermos, acabe en residencias  o centros asistidos. Es algo visto con  normalidad y  que nadie repara en ello. Hubo otros tiempos en que el hombre vivía y envejecía  en su casa como señor de ella. Hoy, la frialdad de las habitaciones compartidas en hospitales, in extremis vitae, en residencias o geriátricos, desarbola toda la nomenclatura psicológica del apego, recuerdos y  vivencias.  Consuelo no más y nada menos. Cuando más se ansía  un apoyo, una caricia, una palabra, solo el sacerdote, el enfermero,  el  auxiliar o el celador  son  las únicas personas  a las que poder pedir algo de  caridad.  Insuficiente siempre  porque se ansia sentir, ver  y tocar a la sangre de tu sangre. Y ello porque es la prolongación de tu « yo  »  en el tiempo.

« Senectus insanabilis morbus est »  (La vejez es una enfermedad incurable)  y ello justifica una huida   de  los mayores a quienes se mira con la perspectiva del ocaso y no con la perspectiva de un futuro, más o menos próximo, pero futuro.

Sabemos que nunca dominaremos la naturaleza,  que nuestro organismo nunca llegará a ser inmortal y ello puede ser descorazonador y limitativo  (Bauman, 2007:82). Horacio  ya lo proseó hace milenios: « La brevedad de la vida nos impide  concebir  esperanzas a largo plazo».  

El alejamiento del sentido religioso de la vida  provoca una angustia ante el vacío de respuestas que fundamenten nuestro fin y trascendencia. A pesar de que la vida tiene una finalidad que está grabada en todas las fibras del hombre y es propia de su sustancia humana   ( Levi,2007:119).

Para el filósofo Ernst Tugendhart la muerte se  representa como una amenaza  porque nos arrebata la oportunidad de darle a la vida un sentido. Pero también provoca  algo positivo y es crear una relación  volitiva con la vida: implica el reto de actuar y la libertad de asumir uno mismo la forma en que se vive.  

Para el científico austriaco  Konrad Liessmann  todo quien reflexiona sobre la finitud de  la  vida se desenvuelve mejor en el control  de la angustia que provoca. Pero también quien asume la  consciencia  de su limitada existencia está en mejores condiciones  para valorar lo que tiene que ofrecer al mundo, a la sociedad y a los suyos.  

Todo ello explica  cómo  soportar  la  irremediable caducidad   del hombre en el mundo. Hace siglos se dijo: «  vive ut post vivas » (vive de manera que después de la muerte vivas). Es algo más alentador que esta racionalidad que sufrimos que reduce al hombre a una contingencia animal sin espíritu. La generosidad de darse a los demás, siendo loable, no logra respuestas a preguntas definitivas.

La tragedia de hoy consiste en  lo infructuoso  de  explicar la muerte  con la tecnología desarrollada. Como resulta imposible se recurre  o a la evitación del tema o a enfatizar  la llamada  « inmortalidad personal »  y trasladar  el problema a los demás (que son quienes mueren).  O desarrollar estrategias dirigidas a un goce complaciente, a modo como lo explicita  Huxley, sin mayor trascendencia.

El humano es el único ser  vivo que tiene consciencia del final  de su existencia. No es que expire sino de lo inevitable del hecho antes de que llegue a ocurrir.  Y ese conocimiento  motiva, en general,  un distanciamiento hacia todo lo que recuerde nuestra transitoriedad.

En su huida provoca la ruptura cultural del anciano y su carga pedagógica  del pasado con  sus generaciones postreras. Es decir, se mutila   experiencias vitales  para afrontar un presente  y un futuro sólo con la computación. La vida, por desgracia, tiene demasiadas variables que la hacen pintoresca, casi abstracta, absurda.  Pero aprender de la  experiencia de otros siempre es una lección por aprender.

La solidez del postmodernismo hoy, quiebra ante necesidades vitales. No son tiempos  de soberbia. Una consecuencia positiva debemos reconocer a la crisis sistémica de 2007 : gracias a sus  mayores  muchas familias pueden seguir sobreviviendo aún en el desempleo. No falta generosidad  a quienes  viéndose abandonados por los suyos  los reciben, hoy,  con la paz del pan y el calor domestico.

Justo es recordar a la etnia gitana, cuya cultura les inculca un reverencial respeto y  cuidado  a sus mayores  sin mayores excusas y pretextos. Honran al antiguo refrán castellano: « Casa en donde no hay un viejo no vale un pellejo ».

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