Heroísmo o victoria en Trafalgar (apunte)
Breves apuntes de la obra: «Estudios sobre Trafalgar: Tempestad, Marinos e Imperio » de Juan B. Lorenzo de Membiela
Reducir todo enfrentamiento a la
simple disyuntiva de vencer o perder es crear un juicio incompleto que no
recoge todos los matices, vivencias y hechos sucedidos. No transmite, además,
mensaje alguno que nutra la dimensión espiritual de la guerra como entidad
moral. El heroísmo también se manifiesta en la derrota quizás con mayor
énfasis, pues además del hecho bélico se suma la desolación espiritual.
En los tratados clásicos de
guerra, la victoria se evaluaba por el número de prisioneros y cañones capturados.
Es un elemento contable, instrumental, de su utilidad frente al enemigo.
Más allá del éxito de las
estrategias diseñadas por los Estados Mayores, está la táctica del combate y,
algo más allá, los hechos que comprometen al marino: su vida o su integridad
corporal o psíquica. Diversas son las secuelas que pueden sufrir y muchas
desconocidas y sufridas en la intimidad.
Algunos actos traspasan el límite
del deber cruzando el velo de lo soportable. Sitúan al hombre, entonces, a
merced de la fortuna, al capricho inconsistente de los hados, que muchas veces
son ingratos hasta el punto de pagar con traición los más insignes servicios y
sacrificios.
Hablamos de generosidad y
hablamos de entrega. No solamente en el fragor de la lucha, también ante una
adversidad manifestada en sinuosas cromaticidades que atenazan el ánimo y, a
veces, lo destruyen. Si la primera puede producir la muerte física, la
segunda puede causar la muerte espiritual.
Quienes soportan y superan estas
duras condiciones reciben el calificativo de héroes.
Lo que perdura en el tiempo es
la acción humana que alcanza lo sublime. El acto heroico es el producto más
valioso de cualquier contienda porque trasciende al tiempo y penetra el
espíritu de las nuevas generaciones construyendo referentes de acción e
invitando a la emulación ante la angustia de lo definitivo. No importa la
victoria o la derrota.
En Trafalgar se produjeron muchas
escenas que pueden calificarse de heroicas: por el peligro asumido, por la
combatividad ante la superioridad enemiga, por la templanza tras largos días de
adversidad…
Diversas situaciones que colocaron al hombre al límite de sus
capacidades que es más que el cumplimiento del deber exigido conforme a las
ordenanzas.
Y, sin embargo, estos
comportamientos no son extraños en la Armada. Ya lo escribió Macías Picavea
cuando refiere a los marinos como mártires eternos del deber.
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