La democracia artística ( 2 min.)
Juan B. Lorenzo de Membiela
Para Bertrand Rusell el poder
teme una alteración del statu quo por miedo a que desaparezcan sus privilegios.
Aquellos que se benefician del orden existente han establecido un sistema que
castiga la originalidad y condenan la imaginación a la miseria desde el primer día
de escuela hasta el momento de la muerte y sepultura (2009:42)[1].
El nobel británico escribió estas
palabras en 1917, en un libro que estuvo prohibido durante décadas « Ideales
Políticos ». En plena guerra mundial propugnaba un pacifismo que no encajó en
los modos del momento. Y una crítica a la democracia que guarecía a los
privilegiados del poder y a las corporaciones de cualquier riesgo.
No es extraño que apelara a la imaginación
como lamento hacia una lacerante realidad, como lirismo hacia la impostura de
los personalismos.
¿Cómo puede subsistirse a la
adversidad en un sistema social sin una geometría conocida? Sin duda a través de
lo creativo: o la innovación o el arte.
Montaigne lo expresó en el s. XVI « Fortis imaginatio generat
casum » [(Una imaginación fuerte produce el acontecimiento)( Montaigne,
2008:139)][2].
Y de modo más esencial, Ortega y Gasset « Si el hombre no tuviese el mecanismo
psicológico del imaginar, el hombre no sería hombre » (2005:72)[3]
.
Lo contingente comprime el cuerpo
aunque el alma aún es libre. En ese espacio es en donde se fragua lo creativo ante los desafíos que el mundo nos impone como castigo.
Nunca ha sido cómodo
observar el recorrido de los acontecimientos políticos y económicos sin mayor
protagonismo que el de ser sujeto pasivo de tributos y sujeto activo de
sufragios cada 4 años. Hoy, se reclaman cambios, muchos de ellos impopulares,
muchos de ellos no, y todos ellos, inexcusables para superar rémoras económicas .
Cualquier atmosfera de sacrificio
no debe impedir que se manifieste el genio del español artístico. Del hacedor
de prodigios en el extremo mismo del último hálito que disminuya las pesadas
cargas de nuestros pecados.
Dejémosle hacer, sin restringir su iniciativa y sin que sea abatido por la codicia de quienes fracasaron en el intento. Que la mayoría no ahogue a la minoría.
Dejémosle hacer, sin restringir su iniciativa y sin que sea abatido por la codicia de quienes fracasaron en el intento. Que la mayoría no ahogue a la minoría.
Las instituciones políticas y
sociales han de ser juzgadas por el bien o el daño que causan a los individuos:
¿Estimulan la creatividad más que el afán de posesión? ¿Se preocupan por los
intereses de los gobernados? (Rusell, 2012:178)[4].
La protección de los ciudadanos
solamente se alcanza a través de la democracia. Es el sistema menos malo, sin
ser perfecto. Porque también produce tiranía. Para evitarla, los constituyentes
norteamericanos crearon un complejo sistema de órganos (los checks and balances) porque temían tanto
a la dominación de la mayoría como al absolutismo (Röpke, 2010:218-9)[5].
Sin embargo el control de las
comunicaciones llevadas a cabo, presuntamente, por agencias federales de EEUU demuestra
que los derechos civiles están cuestionados. El conflicto que debe resolverse
es si deben primar los derechos personales frente a los derechos del Estado en
consecución de su seguridad y la de sus ciudadanos.
Pero un riesgo siempre subyace, el
control de la información es un bien codiciado que suscita recelos por el poder
que tiene para un país y para un mundo globalizado sin fronteras.
Frente a los retos de hoy solamente
un liderazgo creativo puede ser eficaz y que no es otro que aquel que asume
responsabilidades. Ya dijo Spengler: El futuro pertenece a los grandes hombres
de hechos (Spengler, O, 2011:187)[6]
[1] Rusell,
B. (2009): Ideales políticos, Madrid:
Anaya.
[2]
Montaigne, M. de, (2008): Ensayos
completos, Estella (Navarra): Cátedra.
[3] Ortega y
Gasset, J. (2005): En torno a Galileo,
Madrid: Biblioteca Nueva.
[4]
Rusell,B., (2012):El poder,
Barcelona: RBA
[5] Röpke,W.,(2010),La crisis social de nuestro tiempo,
Madrid: El Buey mudo.
[6]
Spengler, O., (2011), Los años decisivos,
Altera: Madrid.