Elegía a D. Santiago Carretero
Por
Juan B. Lorenzo de Membiela
Hoy encendí una vela blanca en
memoria de mi amigo…En un rincón apartado de la vieja ermita. Umbrío y
solitario en donde rezar doliente. Umbrío entre sillares rotos por el tiempo. Pasan los amigos y quedan las piedras,
pasaran las piedras y se mantendrán sus
recuerdos.
Hombre generoso y bueno. Leal. Cercano. Con un corazón grande
escondido bajo una sencillez
evocadora de lo puro y cristalino.
Todos sus amigos lo supimos apreciar: «Porque el fruto de la virtud y de toda
excelencia se cosecha con más abundancia cuando se reparte con los más
allegados» (Cicerón).
Nació en Villanueva de la Jara (Cuenca),
en donde ahora descansa .Se educó en
Madrid y de allí vino a Albacete, a la
Delegación de Agricultura, luego transferida a la Comunidad Autónoma. Supo
ganarse nuestro cariño, el respeto de muchos y el afecto de todos.
Que no es fácil en una sociedad desengañada por egoísmos.
Su vida estuvo estrechamente
unida a la naturaleza. Sin duda, el
esplendor de los bosques, aquellos montes que se perdían más allá de toda distancia; las llanuras amplias con sus verdes
y ocres; los ríos, manantiales y arroyos
de las sierras con sus refrescantes susurros,
cincelaron un carácter, un modo y una forma de pensar y vivir en armonía.
Padre y abuelo virtuoso, dedicó
sus últimos años a sus nietos a los que amó intensamente. Los recogía en el colegio tras
las clases. Y en ese paseo breve, durante unos instantes, de su corazón brotaba
la alegría y apreciaba la bendición de disfrutar
de los hijos de sus hijos.
Afrontó la vejez de sus padres asistiéndolos diariamente. ¡Qué fácil resulta
escribirlo y qué difícil asumirlo día a día,
hora tras hora! En unos tiempos, además, en que la vejez, la enfermedad y el
dolor son denostados, apartados y borrados de las conciencias: Se nos prometió el elixir de la eterna juventud que ahora
descubrimos adulterado por mil tóxicos y engaños. El «Fausto » de Goethe; «El retrato de Dorian
Gray » de Oscar Wilde recobran su actualidad,
aunque el tiempo es una medida
imperativa con eficacia cartesiana.
Vivimos en un mundo en el que se desconoce la lealtad de los propios
hijos, escribía Montaigne en sus «
Ensayos » en el siglo XVI. Santiago, en el siglo XXI, corrigió esa reflexión.
Un ejemplo para todos.
Solamente nos queda un amargo
sentimiento de pérdida y vacío compartido por todos sus amigos. Esta tarde me
lo comunicó nuestro común amigo D. Juan Córcoles. Algo inesperado. Aunque en los Libros Proféticos de la Biblia, Isaías
(55.9) se dijo: « […] Porque mis planes no son como vuestros planes, ni
vuestros caminos como los míos[…] ».
Como versó mi abuelo, D. Antonio
de Membiela, en una de sus poesías:
« […] Todos se descubren
reverentemente
ante aquellos restos fríos del
hermano,
y en todos los labios florece un cristiano
piadoso homenaje de oración
silente.
Y es un «de profundis », lleno de
emociones,
aquel bisbiseo de las oraciones.
Detrás del cortejo las filas se
cierran cuitadas
en emocionado acompañamiento,
Y suenan los pasos sobre el
pavimento
como rataplanes de marchas pausadas
[…]».