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domingo, 13 de agosto de 2017

Aquella productividad y este humanismo (estudio)

Aquella productividad y este humanismo (estudio)

por

Juan B Lorenzo de Membiela

Producir con el mínimo gasto un máximo de beneficios es lo que mide la productividad. Es la relación entre insumos consumidos (horas de trabajo, materias primas, dinero, maquinaria)  y la producción obtenida (cantidad y calidad de bienes  y servicios).

La alta productividad en los países genera crecimiento sin costos, incrementa los beneficios de la empresa y los salarios todos ello sin producir inflación. (Smith y Pearson, 1988:101). Se eleva el nivel de vida (Mankiw, 2012:536).

La alta productividad en la empresa se alcanza optimizando su estructura organizativa y ofreciendo precios más competitivos (Robbins y Coulter, 2000:582).También promoviendo valor añadido a lo que se fabrica y se vende: calidad y servicios gratuitos al consumidor por el hecho de la compra.

Fuente: Pixabay. Licencia CCO
La productividad es una magnitud que comprende la eficacia y la eficiencia (Robbins, 2004:23).Integra el concepto de competitividad en los mercados internacionales justificando el mejor o peor uso de los factores de producción (cfr.: Tamames, 2006:646).

Su problema es cuantificarla (Miller, 1993:101 y Roach ,1997:C4). Es más fácil medir la producción en trabajos mecánicos o manufactureros que en otros en donde la informática, el software, las tecnologías telemáticas (Robbins y Coulter, 2000:582-3) y factores intangibles incidan directamente.

La prosperidad del Japón desde 1980 fue motivada por un ascenso en la productividad manufacturera. Entre 1979 y 1986 creció una tasa anual del 5.5%. En ese mismo periodo EEUU creció solamente un 2.8% interanual. La competitividad de la industria japonesa obligó a la norteamericana a innovar.

La Chrysler Corporation incremento su productividad en un 20%   con cosas tan sencillas como que los operarios de línea de ensamblaje tomaran café a turnos y no todos al mismo tiempo. Carterpillar Inc. invirtió en investigación para optimizar su productividad, tanto en fuerza de trabajo como en tecnológica con resultados óptimos.

Hoy, nuevas economías presentan productividades superiores a las entonces alcanzadas y nuevos factores productivos entran en juego.

Para incrementar la productividad es necesario «percibir discontinuidades emergentes en el trayecto productivo. 

Para Mikio Kitano, uno de los mayores innovadores de la Toyota Motor Corporation, el secreto de la productividad es la simplicidad. Los hombres deben controlar a las máquinas y no a la inversa; introducir modificaciones sutiles y paulatinas incentiva la eficiencia manufacturera (Miller, 1993).
Razonamiento válido para toda empresa europea porque las economías emergentes facilitan productos con bajo coste de producción por incidencia del neoliberalismo, marxismo y leninismo privatizado (Estefania, 2003:290).

Después de la II Guerra Mundial, Drucker advirtió el cambio de una economía de « músculos » a otra del conocimiento: la tecnología era el motor del cambio y la información era su combustible. Factores clásicos como mano de obra, capital y tierra se habían convertido en secundarios frente al conocimiento. Y así es en la actualidad, en donde países desarrollados demandan empleos cualificados.

 El Instituto para el Mercado de Trabajo de Núremberg (Alemania) señala que en 2005 esta inmigración de élite   solamente alcanzaba el 30%; en 2011 se sitúa en el 44%.

Los países de procedencia son, principalmente: Grecia, Polonia, España y Portugal, según comunicado de la Oficina Federal de Estadística Alemana. La inmigración española ha aumentado un 53% en el primer semestre de 2012 comparado al de 2011. El incremento de ciudadanos griegos es del 78% (« ABC », 27 de noviembre).

Joseph Schumpeter explicaba que la economía saludable es aquella que rompe el equilibrio por medio de la innovación tecnológica. Y la atracción de capital humano fuertemente cualificado prepara a esa economía para romper desafíos que surjan. El conocimiento es una garantía de sostenibilidad para cualquier economía.

¿Cómo incrementar la productividad en la economía del conocimiento? Drucker lo soluciona incorporando la responsabilidad en cada tarea que requiera conocimientos con independencia del nivel, la dificultad o la especialidad (2003:81-2).

El Índice de Competitividad Global publicado por el Foro Económico Mundial mide la habilidad de los países para alcanzar altos niveles de prosperidad. Recoge la productividad de un país utilizando sus recursos. El funcionamiento de un conjunto de instituciones, políticas y factores que definen los niveles de prosperidad económica sostenible hoy y a medio plazo.

El Índice de 2011 -2012 sitúa a Suiza como el país más competitivo del mundo con un valor de 5.74, seguido por Singapur con 5.63; Suecia, 5.61; Finlandia, 5.46; EEUU, 5.43; Alemania, 5.41; Holanda, 5.41; Dinamarca, 5.40; Japón, 5.40; Reino Unido, 5.39.  

España se encuentra en el número 36, con un valor de 4.54. En el Índice 2010-2011 se encontraba en el puesto 42 con un valor de 4.49.

Dentro del índice merece atención la burocracia administrativa. Se ha criticado que la « productividad » de lo público al no crear una rentabilidad material carece de relevancia. Pero ello es   erróneo, porque un Estado en donde se cumpla la ley es presupuesto de estabilidad económica y social y fundamento de la productividad. 

Como declara Giorgi, los llamados « productores indirectos » son condición previa de la unidad política, de la paz social y del desarrollo económico de una Nación (1965:161).

La productividad y competitividad en España del factor trabajo en 2012 se ha incrementado como consecuencia de la erosión del mercado laboral (Guíu, 2012). 

Pero se esperan resultados más positivos  orientando la especialización hacia actividades generadoras de valor añadido, intensificar el uso de capital humano, reduciendo la temporalidad, ajustar el crecimiento de los salarios a las ganancias de productividad, aumentar el tamaño de las empresas y mejorar su organización y dirección, aumentar el peso de la inversión en nuevas tecnologías y su uso y aumentar los gastos en innovación a causa de las grandes empresas, el sector exterior, la I+D+I y el fomento de la formación, según el segundo informe 2012 fundación BBVA-IVIE sobre  «crecimiento y competitividad» , publicado en 10 de diciembre de  2012.

Lo destacable de este informe es la constatación de un cambio en el tejido productivo y el uso de factores ligados al conocimiento para mejorar la eficiencia y productividad, son reseñables los siguientes puntos:

·   Las empresas grandes, y en general las más eficientes, están defendiendo mejor su rentabilidad gracias a su mayor solidez financiera y a la internacionalización.

·   Las empresas están reteniendo a los trabajadores más formados y el tejido ocupacional se está reconvirtiendo. Los puestos para técnicos y especialistas ya representan el 35% del empleo y concentrarán la mayor parte del que se cree en el resto de la década. En 2012 hay 225.000 ocupados más con estudios superiores que en 2007.

·      Las regiones que resisten mejor la dura coyuntura general – Comunidad de Madrid, País Vasco, Navarra, y en menor medida Cataluña– son las más desarrolladas tecnológicamente y con más capacidad de atraer capital humano.

·    La productividad de las empresas y los costes laborales unitarios están mejorando, aunque en parte como consecuencia de los ajustes. El impulso a estos cambios se retrasa debido a la duración de la recesión.

·     El uso de los factores basados en el conocimiento avanza también durante la crisis en muchos sectores. Los pagos por el uso del trabajo cualificado y la maquinaria ya representan en España el 55% del PIB.

·      La desventaja competitiva de España en el empleo del conocimiento se debe a que las actividades en las que se especializa cada sector no están tan orientadas hacia la generación de valor añadido como en otros países.

·       Este año el saldo comercial es positivo para España gracias a una diversificación cada vez mayor de productos y mercados, y a la sofisticación creciente de las empresas exportadoras.

Pero junto a la soledad de los números, no cabe olvidar que los procesos productivos de cualquier economía descansan sobre la persona.  

La competencia   que surge eleva los niveles de estrés y de angustia en los empleados y empleadores. 

Como declara Sennet, en los mercados en los que el ganador se lleva todo,  los riesgos son grandes. Los mercados internos incrementan más aún los riesgos de ansiedad, pues la línea divisoria entre competidor y compañero de trabajo se vuelve más difusa (Sennet, 2006: 49-50).

En Half Moon Bay (California), en mayo de 2008, un grupo de gestores, innovadores, inversores, académicos, consultores, implementaron las bases para el Managemet 2.0 (Hamel, 2012:308). Uno de los objetivos de esta nueva era de la gerencia es defender un humanismo en cualquier clase de organización. 

El hombre como fin y no como medio. El hombre como sujeto y no como complemento de la competitividad. Es lo que debe ser y a lo que debe tender toda declaración ética que quiera realizarse.

Las propuestas para fundamentar organizaciones nuevas y productividades nuevas son las siguientes:

Propuesta núm. 1 Asegurar que la gestión sirva a un propósito más elevado.

La maximización de las riquezas carece de poder para movilizar las energías de los empleados.  No es suficiente para fidelizar conductas e inespecífica como para promover innovación ascendente de lo operativo a lo ejecutivo.

Propuesta núm. 2 Incorporar el ethos de la comunidad y ciudadanía.
Se impone progresivamente la cooperación entre organizaciones supeditando el atávico ritual del « ganar o vencer ».

Propuesta núm. 3 Humanizar el lenguaje y la práctica de los negocios.
Porque los objetivos de las organizaciones carecen del poder de apasionar el corazón