Por
Juan B Lorenzo De Membiela
Sin atractivos turísticos destacados, implementar una estrategia económica para explotar este recurso se hace difícil. No hubo una previsión planificadora; los tiempos se centraban en la inversión inmobiliaria, a unos porque la promoción de viviendas resultaba un negocio rentable, a otros porque entre compra en plano y venta al finalizar la obra obtenía plusvalías muy respetables y otros porque esperaban un momento de máximo beneficio que nunca llegó.
Se quiso desconocer que los negocios como las inversiones tienen un componente aleatorio e incierto, un lado oscuro, el opuesto al beneficio, que nadie previó y nadie quiso ver.
Las administraciones intervenían en esta gestión mediante sus actividades de ordenación, planificación y tributación. Dados los ingresos por estos conceptos las tesorerías públicas obtenían excedentes sustanciosos, una sostenibilidad momentánea basada en las transacciones de unos presentes sin futuro. Los gestores políticos, en su constante afán de maximizar perspectivas políticas, invertían sobre este panorama, planificando servicios para satisfacer un hedonismo social difícil de saciar. No advirtieron, salvo algunas excepciones, de que existe la ética de la responsabilidad respecto a las consecuencias de los actos presentes en el futuro.
Desde hace unos años esa fórmula simple, promoción-venta-tributación, está rota y surge el imperativo de mantener unos servicios diseñados para unos presupuestos hoy y ayer insuficientes. La contención del gasto mediante una mayor racionalización, sea compensación, sea reorientación estratégica, hacia otras áreas, son soluciones, pero es necesario para esta última encontrar otros espacios empresariales nuevos, diferentes a los operativos.
Si duda hay un nuevo paradigma público por el cambio de paradigma en lo financiero. No se trata de administrar tan solo sino también de crear oportunidades que compensen pérdidas y además produzcan beneficios. Se supera el imperativo ideológico de que los servicios púbicos deben siempre producir pérdidas.
Lo más triste de ello es que este equilibrio ingreso-gasto haya sido exigido por países extranjeros compradores de deuda pública y privada.
Por un lado, existen estrategias de administración, formulas mixtas de gestión público-privada, externalización de servicios o privatización, son las más conocidas y usadas en el extranjero. Aunque países como Francia y como el nuestro, con una función pública profesionalizada desde hace centenares de años el remedio puede ser extraño si los nuevos gestores no ponderan la cultura pública de servicio.
Se trata de maximizar eficiencia, también de contener gasto. Puede ser lo mismo o puede ser que no, sobre todo cuando la calidad en los servicios no parece que sea el elemento principal de la gestión, cuando debería exigirse mínimos suficientes acordes a la carga impositiva que soportamos.
Frente a estos problemas, la innovación se debe ubicar no solamente en el campo privado sino también en el público.
Cabe comprobar iniciativas de ayuntamientos que han tomado el pulso a la innovación verificando discontinuidades creativas.
Por ejemplo, en Gandía, su ayuntamiento hundirá un barco a cuatro kilómetros de la costa para que opere como arrecife y convertirse en un reclamo turístico en 2014 (Diario “Las Provincias “, de 18 de mayo de 2013).
En Finisterre, por ejemplo, se ha organizado el primer museo submarino del mundo para visitar los 25 navíos de la armada comandados por Martín de Padilla para la invasión de Irlanda. Fueron hundidos por el temporal en octubre de 1596 entre las rías de Corcubion en torno a las Islas Lobeira, cerca de Finisterre.
Además, desde el 19 de marzo de 2007, el Cabo Fisterra ( o Finisterre) es uno de los 30 bienes culturales distinguidos con el sello “Patrimonio Europeo”, creado ese año por la Unión Europea con motivo del 50º aniversario del Tratado de Roma. El sello incluye patrimonio contemporáneo e inmaterial y busca promover aquellos "monumentos, sitios o lugares de memoria que han sido testigos de la historia europea".
La mención Patrimonio Europeo fue propuesta en abril de 2006 por los ministros de cultura de España, Francia y Hungría en el encuentro “Europa por el diálogo intercultural”, e incorporada a la Agenda europea un mes después.
Seguro estoy que un país como el nuestro con tanta historia deben existir varios municipios que hayan contribuido a la forja de nuestra Unión Europea. Albacete y su provincia tienen antecedentes que han sido cruciales para Europa, y no me refiero solamente a Almansa y su decisiva batalla en la Guerra de Sucesión de España.
El Ayuntamiento de Barcelona fue galardonado en 2011 por aplicaciones para móviles, todas ellas gratuitas, y que consisten en un “buzón para el ciudadano”, que permite enviar fotografías con geolocalización con GPS a través del móvil o tableta sobre alguna incidencia de la ciudad.
El llamado “Barcelona en el móvil“ permite acceder a Noticias, Tiempo y Pago con tarjeta de crédito. Como servicios SMS, son destacables la Solicitud de un volante de residencia, Consulta del colegio electoral (en época de elecciones), Consulta de los puntos Wi-Fi dentro de un distrito postal, Disponibilidad de una estación Bicing, Consulta del depósito dónde se puede recoger el coche en caso de que se lo haya llevado la grúa y Anulación de una cita con el Instituto Municipal de Hacienda .Es destacable también una aplicación para el trafico con información puntual sobre su estado.
Albacete puede tener más. Tiene restos arqueológicos, iberos y romanos, y atractivos naturales que podrían ser atendidos de modo más provechoso introduciendo el turismo pedagógico en nuestra provincia.
Pueblos como Lietor, Chinchilla, Alcaraz, Riopar , Libisosa en Lezuza, entre otros, guardan testimonios de pasados culturales muy atractivos.
Albacete puede tener más. Amplias llanuras en donde la aviación militar supo aprovechar su estratégica geografía sin comprender cómo no existe una mayor explotación privada , sea lúdica, sea formativa, a nivel autonómico y nacional , que aproveche este espacio amplio sin límites visuales .