Apuntes históricos de la Feria de Albacete
(2025).
Del 7 al 17 de septiembre.
Juan L de Membiela
Desconocida y poco reconocida es la repercusión histórica que
para la feria de Albacete tuvo la concesión por Felipe
V del privilegio de «franca» [1].
La España del siglo XVIII transcurría entre la gloria militar
de un Imperio herido y el nacimiento de una gobernación ilustrada, barroca y
racionalista moderado, con problemas económicos y deficiencias sociales, no muy
distintas de las que existían en otros países de nuestro contexto cultural.
En el escenario internacional, la guerra de Sucesión entre
Borbones y Austrias costó la pérdida de las provincias de Flandes, territorios
del reino de Nápoles, Milán y Cerdeña, dados a Austria; Sicilia y
parte del Milanesado, a Saboya y la cesión a Inglaterra
de Gibraltar y Menorca.
En el doméstico, el cambio dinástico introdujo esperanzados
proyectos ilustrados que, entre muchos, resalto, el saneamiento económico del
reino[2].
Una estrategia económica poco destacada, pero relevante en el
contexto de las costumbres derivadas del Fuero Juzgo y las Partidas, fue el
auto firmado por el rey Felipe V, el 4 de diciembre de 1705, que
declara:
«[…] quienes fundasen fábricas
estarían en el favor real, sin que el manejo de dichas fábricas fuese
obstáculo para conservar o alcanzar la nobleza o para ostentar cualquier
carácter que tuviesen los hijos-dalgo de Castilla […]».

Quizás originado por la suspensión de pagos del
Estado declarado en 14 de octubre de 1704[4] y
por un impulso innovador que la nueva dinastía quiso imprimir en un
imperio unido solamente por la religión y por la corona. En donde
coexistían regímenes tributarios diferentes y con
asambleas territoriales y privilegios distintos, lo que en conjunto
restaba eficiencia política y económica y que constituían un freno a los
avances sociales de toda la nación.
En 1749 comienza la construcción de los primeros «caminos
carreteros» [5].
Hasta esa fecha no existían vías de comunicación entre
núcleos de población. Los caminos causarán que villas, aldeas y cortijos
abandonen el autoabastecimiento generado por la incomunicación: las carretas,
los coches de colleras, las galeras… constituían la logística necesaria para
generar comercio e industria.
A finales del siglo XVIII se amplía el camino real Madrid —
Valencia. Atraviesa la villa de Albacete por las calles de los Baños,
Tinte, Plaza de Carretas y Santa Quiteria. Es destacado por autores lo
excelente de la vía, mejorada en 1761[6].
Tráfico de bienes y tráfico de personas, sometido este a imperativos
administrativos de regresar el mismo día a plena luz o de presentar fiador o
vecino en la localidad de destino [7] que
respondiera de su conducta.
Las ferias o mercados eran una oportunidad única para el
comercio, precursores mercantiles que producían riqueza e intercambio cultural
entre villas. Tributaban a la Corona.
Pero la llamada «feria franca», era un privilegio o
merced real que exoneraba la contribución a la Corona [8].
Por ello se comprende que la concesión del privilegio real de
«franca» a la de Albacete, dado por Felipe V
el 6 de marzo de 1710, constituyó un hecho
sobresaliente, no solo religioso y comercial, sino también social,
por las interacciones con las poblaciones próximas.
Como recoge
la Real Provisión confirmatoria de 3 de agosto de
1716, sancionada, a su vez, por la de 7 de
septiembre de 1761, se mandó que no se exigiera ni llevase
maravedís ningunos ni otra cosa a los comerciantes y mercaderes que
concurrieran a la Feria con sus géneros y mercancías por razón de permiso,
licencia o postura de los géneros que fuesen a vender a ella ni sobre ello se
hiciera causa a dichos comerciantes ni vejación de que tuvieran justo motivo.
La importancia local y la relevancia económica en general de
nuestra «feria franca» es recogida por Pérez García, comparándola
con la de otras villas y ciudades [9]; permitió
a la villa triplicar sus beneficios en pocos años.
El comercio de la feria lo constituía el ganado, tanto mular
como lanar, granos, legumbres, quincalla, loza, tejidos varios, lino, cáñamo,
esparto, navajas, cuchillos, puñales y especias tanto nacionales como
extranjeras.
La concesión de esta merced real obedeció a dos causas:
Primera, la adhesión inmediata del Ayuntamiento de Albacete
en representación de toda la villa al nuevo monarca el 5 de diciembre de
1700: Nada más hacerse público el testamento de Carlos II, se ordenó
fijar edictos para conocimiento de todos los ciudadanos y soltar
la campana del reloj [10].
No mucho más tarde, se aportaría ayuda financiera y de milicia frente a
la pretensión del archiduque Carlos de Austria.
Segunda, la devoción a N.ª S.ª de Los Llanos desde
tiempo inmemorial.
El culto a nuestra patrona es previo a la dominación árabe[11].
Simón Pardo afirma que la Virgen fue escondida por los cristianos habitantes de
lo que hoy es Albacete cuando España fue invadida por los árabes en el s. VIII.
Olvidado el escondrijo por la erosión de los siglos, se halló, después de la
reconquista, en un paraje conocido como «Los Llanos».
Brevemente, sobre el origen de la talla
mariana, Sánchez Ferrer, con remisión a Villalba y Córcoles
en su Pensil del Ave María de 1730, expone la conexión
de N.ª S.ª de Los Llanos con el apóstol Iacobus o
Santiago, llamado «el Zebedeo»[12].
Si a este relato nos atemos, y no hay razón documentada que
lo impida, el origen de la imagen y su culto poseen una
entidad histórica y religiosa de magnitud. Sánchez Torres, lo
completa transcribiendo una tradición referente al hecho de
su descubrimiento: «[…] el labrador que halló la imagen
la llevó a su casa, pero la figura volvió al lugar del hallazgo y así dos veces
más. Informado el clero, se interpretó el suceso como signo claro del lugar en
donde debía edificarse la ermita «».
Este hecho, legado de la tradición, es recogido en el Misal
del 50.º aniversario de la Coronación de la Virgen de Los Llanos[13] celebrado
en 2006 en Albacete en el parque de Abelardo Sánchez. Hay que aclarar que la
actual imagen no es la originaria,
datándola, según Sánchez Ferrer, en el s. XVII[14];
presenta rasgos del barroco español.
Se edificó una ermita en el sitio del hallazgo en
1627, en un paraje llamado «Los Llanos», visitada por multitud de
fieles, dada su fama de milagrosa, que se extendió por provincias hoy,
colindantes con la de Albacete, e incluso en Guadalajara.
Los franciscanos construyeron un convento en 1672
contiguo a la ermita, trasladando la imagen de N.ª S.ª de Los Llanos
a una capilla [15]. Los
Llanos, por aquel entonces, era un cruce de caminos que, según
Santamaría, pertenecía al término municipal de la villa de Chinchilla hasta que
pasó a la villa Albacete entre 1568 y 1569.
El monasterio, convertido en custodio de la imagen sacra
junto a la masiva afluencia de fieles, originó un mercadillo antecedente
de la actual feria.
Transcurrido el tiempo, las diferencias entre los
franciscanos y el Ayuntamiento de Albacete sobre la ubicación de la
feria, patentizaron un conflicto resuelto por el Supremo de Castilla a favor
del Concejo municipal. Decisivo en este pleito fue la intervención de
Pedro de Cantos, que además construyó unas lonjas en los
«ejidos» o «eras» del paraje de su propiedad llamado de Santa
Catalina. La plaza Mayor no ofrecía espacio suficiente: En Santa Catalina
se celebrará la feria de modo definitivo[16] desde
1783.
Pero las romerías populares seguían celebrándose en Los
Llanos. Según García-Saúco, tras la desamortización de 1836 se
suprimió el convento franciscano y el Ayuntamiento de Albacete reclamó para sí,
la imagen y sus pertenencias, que fueron depositadas en la Iglesia
de San Juan Bautista, en una hornacina en el retablo barroco que
desapareció.
El Ayuntamiento adquirió las lonjas construidas por
Cantos y pretendió su reforma a través de un proyecto arquitectónico realizado
por Lucas de los Corrales y Ruiz, en 1771. No se llegó a edificar, pero
en 1783 se ordenó al maestro arquitecto Josef Jiménez la construcción del
edificio ferial – el que podemos ver hoy—, concluyéndose en 1784, esta vez
bajo la dirección del arquitecto Antonio Cuesta.
El coste de la obra ascendió a 107.783 reales y 5 maravedís.
El tipo de arquitectura responde a la de los grandes mercados del siglo
XVIII, de tipo cerrado y con casetas en el interior. De este estilo se
construyeron en Italia del norte, en el Véneto, Crema, Verona y en
Bérgamo.
Fuera de Europa, en la Puebla de los Ángeles (actualmente
Los Ángeles, California, EE. UU.) y en Potosí (Bolivia).
Siguiendo a Bonet Correa, se cree que existía un busto de
Carlos III en la puerta central [17].
La imagen mariana desde entonces se trasladará cada año
desde la catedral de San Juan Bautista al recinto ferial, de modo
definitivo y continuo.
En 1875 se creó la Asociación de la Virgen de los Llanos,
siendo honrada con el título de «real» por merced de Alfonso XIII en 1917.
Cabe resaltar que fue el culto mariano, el que ha salvado a
la feria en varios años ante la propagación de enfermedades.
La villa de Albacete sufría de una insalubridad
recurrente.
Las aguas quedaban estancadas en esta llanura en donde se
edificó la villa. Su descomposición generaba epidemias de tifus y cólera.
Blanch e Illa, sitúa en 1500 cuando se tiene noticia de la primera
epidemia producida por estas aguas procedentes del manantial llamado «Ojos
de San Jorge».
Desde aquel entonces las inundaciones documentadas
fueron numerosas. Anegaba los alrededores de la villa de
Albacete, situada en lo que hoy es Villacerrada. Inundaba sótanos y
locales bajos, cuevas y toda construcción [18],
problemas hidrológicos que fueron solucionados por los diversos reyes de la
Casa de Borbón hasta entrado el siglo XIX.
Estos incidentes hídricos condicionaron la supervivencia de
esta villa y el éxito comercial de la feria.
La solución definitiva, recogida por el geógrafo danés
Malte-Brun, fue la construcción del canal Real, construido por Carlos
IV, con la inestimable intermediación del conde de Villaleal.
Un canal que dio vida a la ciudad arrancando a la muerte la
triste letanía que se producía año tras año. Hoy es conocido popularmente
como canal de María Cristina. Su longitud era de 5
leguas, equivalentes a 27,8 km [19].
En conclusión, la Feria es más que un acto
comercial y lúdico. Es el símbolo de una ciudad que durante siglos ha luchado
para conservar a la Virgen perdida y hallada y reconocer en ello el
linaje de una fe persistente y duradera. Pocas cosas han existido en esta
tierra con tantos siglos y con tanta vida, un hecho que merece una reflexión
sincera.
Frente a un postmodernismo que genera vidas horizontales con tristes matices
claroscuros , promotor de vidas desperdiciadas sin mayor trascendencia,
es posible que encontremos en esta historia una razón, quizás una
sospecha de esperanza, que nos ilumine sobre lo esencial y no sobre lo efímero
de vagas circunstancias.
Todo es cuestión de valentía, también de libertad y de verdad, en
momentos en que no abundan ni la una, ni las otras.
Tiempos vivimos que comienzan a dibujar, como una sombra
negra a la libertad , los silencios inquisitoriales que creíamos
superados: la ambición siempre se encuentra latente en algunos hombres, aunque sea maquillada por un verbo bisbiseante y empalagoso.
[1] Espinalt
y García, B., en su obra Atlante Español
o Descripción general geográfica, cronológica e histórica de España, por reynos
y provincias» de 1778, p. 135 califica a Albacete como una de
las grandes, nobles y famosas de este reino […] .
Cabe mencionar como promotor de la capitalidad
provincial de Albacete en 1833 frente a la influyente
Chinchilla al Rmo. P. de las Escuelas Pías D. Jorge López y a D. Miguel
Fernández Cantos. Hecho que no ha tenido ni tiene mayor reconocimiento en
nuestra ciudad, siendo por ello una deuda todavía pendiente y no
prescrita que los Ayuntamientos de la ciudad deben reconocer del
modo más apropiado.
Prodigioso es el hecho de que una pequeña villa llegue a convertirse en
capital provincial frente a otras con más raigambre histórica.
[2] Menéndez
Pidal, R., La época de los primeros Borbones, en «Historia de
España », t. XXIX, v. I, dir. Jover Zamora, J.,
Espasa-Calpe, Madrid, 1985, pp. XII, XIII y 181 y ss..
[4] Real
Academia de la Historia, Atlas Cronológico de la historia de
España, Ediciones SM, Madrid, 2008, p.227.
[5] Rueda
Hernanz, G., España 1790-1900. Sociedad y
condiciones económicas, Istmo, Madrid, 2006, pp. 94 y ss.. Razona
este autor que la dificultad y retraso consiguiente de crear vías
de comunicación en España obedeció a la orografía
montañosa y a las diferentes cotas de altitud de los territorios, lo que
encarecía- y aún hoy encarece- la construcción de infraestructura viaria
y ferroviaria.
Durante el s. XIX se intensificó significativamente por
el acuerdo de las Diputaciones de construir « carreteras vecinales» al
amparo del art. 68 de la Ley de Diputaciones Provinciales de
8 de enero de 1845, vid.. Martínez Alcubilla, M., Diccionario
de la Administración Española, Peninsular y Ultramarina: Compilación
ilustrada de la novísima legislación de España, t. VI, Madrid, 1868,
p. 569.
[6] Pérez
Picazo, M.T., La Economía de la Ilustración, Cuadernos del
seminario «Floridablanca » , Sucesores de Nogués, Murcia, 1988,
p. 134.
Archivo Histórico Provincial de Albacete, Obras varias,
Legs. 481 y 482.
[7] Vid. Mellado, F.P., Guía
del viajero en España, Madrid, 1852.
[8] Madoz,
P., Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus
posesiones de ultramar, t. I, 2ª edic., autor-editor,
Madrid, 1846, pp. 243 y ss..
[9] Pérez García,
J.M., La Economía de la Ilustración, Cuadernos del
seminario «Floridablanca » , Sucesores de Nogués, Murcia, 1988.
[10] Sánchez Torres,
F.J., Apuntes para la Historia de Albacete, cit., p. 23.
[11] Xerif
Aledris, Descripción de España, trad. Conde, J.A., Imprenta Real,
Madrid, 1799 p. 192 que conecta con la tesis defendida por Palasui y
Catalozella, E., Blasones Españoles y Apuntes históricos de las
cuarenta y nueve capitales de provincia, Barcelona, 1867, p.1
[12] Sánchez
Ferrer, J., Guía para visitar los santuarios marianos de Castilla
La Mancha, Encuentro, 1995. Madrid, pp. 45-6.
[13] Diócesis
de Albacete, Misa por el 50º aniversario de la Coronación de la Virgen
de los Llanos en 28 de mayo de 2006, Diócesis de
Albacete-Diputación provincial de Albacete, Albacete, 2006.