Masachussets prueba estos días un nuevo modelo de contratación que trata de poner freno a la discriminación salarial de los colectivos más débiles y entre hombres y mujeres. Si funciona, se extenderá probablemente al resto del país. Una de sus medidas estrella es la prohibición de preguntar a los candidatos a un puesto de trabajo por su sueldo anterior, algo tan habitual como incómodo para los candidatos.
Las empresas tienden a fijar los salarios de los nuevos empleados en base a su último sueldo. Ahora los entrevistadores tendrán que hacer su oferta según un criterio más realista y práctico: lo que cada candidato puede aportar a la empresa.
Los principales beneficiarios de esta medida serán trabajadores con sueldos bajos, minorías y mujeres porque, dicho sea de paso, a igualdad de condiciones de trabajo, históricamente los hombres han tenido salarios más altos también en Estados Unidos. El gobernador republicado Charlie Baker quiere acabar así con la discriminación y evitar que el