Carlos IV y el Real Canal de Albacete
Juan B. Lorenzo de Membiela
Doctor por la UV
La falta de una identidad propia
que nos diferencie de otros evitó y evita el surgimiento de movimientos
nacionalistas. Supeditados a la influencia de Madrid como toda Castilla ( La
Nueva y La Vieja) ha transcurrido la historia de Albacete y provincia durante estos 179 años . Con algunos liderazgos políticos – menos de los deseados
- que hayan contribuido a una proyección
territorial allende la provincia o la comunidad,
se asume con resignación el lento, quizás aburrido, transcurrir de los tiempos.
Pero hubo un pasado que muchos albacentenses desconocen. Bien porque se optó por
ensalzar a los ajenos más que a los propios, bien por las inercias políticas en detrimento de nuestra historia.
La proximidad en la convivencia genera filias, también fobias, pero ello es
algo contingente frente al ejemplo de quienes en esta geográfica posición
forjaron prosperidad, diseñaron arte y ejecutaron ciencia, siempre
con un esfuerzo altruista.
Muchas esperan un reconocimiento
que se antoja necesario porque un pueblo que ignora a sus
hijos es un pueblo abocado al olvido. Y
en cierto modo, Albacete es una ciudad de olvidos y vacios, sin grandes
hombres a quienes recordar, sin
grandes personalidades a las que recurrir. Porque así se convino por la
municipalidad hace años.
Panadero Molina ya recogió en su
artículo « Toponimia
albacetense. Orígenes y evolución »
publicado en 1976, el componente
cultural que posee el nombre de las calles con vecinos ilustres.
Aquí
se retiraron algunos muchos como seña de oprobio, de rechazo. Sin embargo la
estabilidad de la sociedad se construye sobre antagonismos
de modo necesario. La unidad
social está unida con fuerzas que cohabitan en ella, divergentes y en conflicto. La sociedad se construye sobre un combinado de armonía y disonancia, de
asociación y lucha (Simmel, 2010) . Lo
plural enriquece mientras que lo único embrutece y hastía.
Justo es que Albacete honre la
memoria de SMC Carlos IV
por los hechos que a continuación
explicamos:
La
villa de Albacete sufría de una
insalubridad recurrente. Las aguas quedaban estancadas y su descomposición
generaba epidemias de tifus y cólera. Se
sitúa en
1500 cuando se tiene noticia de la primera, producida por aguas
procedentes del manantial llamado « Ojos de San Jorge»
(Blanch e Illa,
1867). Desde entonces están documentadas varias inundaciones con distintas epidemias. Virulenta fue la de paludismo en 1804 con gran
mortandad.
Las
inundaciones eran frecuentes, las casas inundadas se venían al suelo. La agricultura y la industria se quedaban sin operarios.
Los ciudadanos llegaron a prescindir de los auxilios espirituales a los
moribundos por miedo y precaución. Eran los sacerdotes quienes se acercaban diariamente
a las casas de cuya puerta pendía un papel blanco, indicativo de enfermedad. Se dispensaba el Santo Viático,
comunión in articulo mortis .
Fue
SMC Carlos IV a propuesta del Conde de Villaleal, de Albacete, quien en 1802 convenció
al soberano de la urgente necesidad de
la obra para remedio de tanta desolación. Como recoge Quijada
Valdivieso en su obra « Albacete en el siglo XX », en 1925:
« La
población de Albacete estaba llamada a desaparecer, y así hubiese sucedido si
la providencia, la casualidad o como quiera llamarse, no hubiera hecho que el
rey don Carlos IV pasase por esta ciudad en el año 1802, de regreso de
Barcelona. Vio una inmensa llanura, antes rica y fértil, asolada por las aguas;
conoció por si mismo las fuentes origen de tantos males, y como consecuencia de
ello resolvió por su decreto de 1 de agosto de 1804 y en virtud de una
instancia que le dirigió el pueblo de Albacete, de la que fue portador el Conde
de Villaleal, que procediese al desagüe de las lagunas con arreglo al plan
formado por el ayudante de la Inspección General de Caminos, don Antonio
Bolaños » .
Fruto
de estas trágicas circunstancias se acometió la empresa , nombrándose Director económico al Conde de
Villaleal y a D. Antonio Bolaño, Director
facultativo. En menos de 2 años se abrieron 6
leguas de canal principal,
equivalentes a 33,42 Km., dirigiéndolo
al rio Júcar, a poco más de 1 legua de Valdeganga. Consecuencia de estas obras, entre los años 1803 a 1805, nacieron
725 personas y murieron 1803 . Entre
1806 a 1808 nacieron 1042 personas, y fallecieron 928 ( Madoz, 1845).
Sobran
palabras para calificar su éxito Pero faltan para poder
explicar la inexistencia de monumento, calle o plaza a quien por su
benevolencia y generosidad hizo posible
la existencia del mismo Albacete y de sus habitantes.
Este
canal fue perfeccionado, posteriormente, a instancia decisiva del ministro y fiscal
cesante del Consejo Real, el
chinchillano D. Antonio Cano Manuel.
La
Reina Regente ordenó crear la «
Real Empresa del Canal de María Cristina de Albacete » en 1829 para el saneamiento y
reforma de lo que hoy conocemos como « Canal de María Cristina » , antes llamado «
Real Canal de Albacete » en lo que fue un gesto hacia Carlos IV que
hoy, se insiste, no consta en modo y forma.