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martes, 29 de mayo de 2012

Carlos IV y el Real Canal de Albacete [(7min) (Texto)]


Carlos IV y el Real Canal de Albacete

Juan B. Lorenzo de Membiela

Doctor por la UV



La falta de una identidad propia que nos diferencie de otros evitó y evita el surgimiento de movimientos nacionalistas. Supeditados a la influencia de Madrid como toda Castilla ( La Nueva y La Vieja) ha transcurrido la historia de Albacete y provincia  durante estos 179 años .  Con algunos  liderazgos políticos – menos de los deseados -  que hayan contribuido a una proyección territorial allende la  provincia o la comunidad, se asume con resignación  el lento, quizás aburrido, transcurrir de los tiempos. Pero hubo un pasado que muchos albacentenses desconocen. Bien porque se optó por ensalzar a los ajenos más que a los propios, bien por las inercias políticas en detrimento de nuestra historia.

La proximidad  en la convivencia  genera filias, también fobias, pero ello es algo contingente frente al ejemplo de quienes en esta geográfica  posición  forjaron prosperidad,  diseñaron arte y ejecutaron ciencia, siempre con un esfuerzo altruista.

Muchas esperan un reconocimiento que se antoja necesario porque un pueblo que ignora   a sus hijos es un  pueblo abocado al olvido. Y en cierto modo, Albacete es una ciudad de olvidos  y vacios,  sin  grandes  hombres  a quienes recordar, sin grandes personalidades a las que recurrir. Porque así se convino por la municipalidad hace años.

Panadero Molina ya recogió en su artículo « Toponimia albacetense. Orígenes y evolución » publicado en 1976, el  componente cultural que posee el  nombre  de las calles con vecinos ilustres.

Aquí se retiraron algunos muchos como seña de oprobio, de rechazo. Sin embargo la estabilidad de la sociedad se construye sobre  antagonismos  de modo necesario.  La unidad social está  unida con fuerzas  que cohabitan en ella, divergentes y  en conflicto. La sociedad se construye sobre   un combinado de armonía y disonancia, de asociación y lucha  (Simmel, 2010) . Lo plural enriquece mientras que lo único embrutece y hastía.

Justo es que Albacete honre la memoria  de  SMC Carlos IV  por los hechos  que a continuación explicamos:

La villa  de Albacete sufría de una insalubridad recurrente. Las aguas quedaban estancadas y su descomposición generaba  epidemias de tifus y cólera. Se  sitúa en  1500 cuando se tiene noticia de la primera, producida por aguas procedentes del manantial llamado « Ojos de San Jorge» (Blanch e Illa, 1867). Desde entonces están documentadas varias   inundaciones con distintas  epidemias. Virulenta  fue la de paludismo en 1804 con gran mortandad.

Las inundaciones eran frecuentes, las casas inundadas se venían al suelo.  La agricultura y la industria se quedaban sin operarios. Los ciudadanos llegaron a    prescindir de los auxilios espirituales a los moribundos por miedo y precaución. Eran los sacerdotes quienes se acercaban diariamente a las casas de  cuya puerta  pendía  un papel blanco, indicativo  de enfermedad. Se dispensaba el Santo Viático, comunión  in articulo mortis .

Fue SMC Carlos IV a propuesta del Conde de Villaleal, de Albacete, quien en 1802 convenció al soberano de  la urgente necesidad de la obra para remedio  de tanta desolación. Como recoge Quijada Valdivieso en su obra « Albacete en el siglo XX », en 1925:

« La población de Albacete estaba llamada a desaparecer, y así hubiese sucedido si la providencia, la casualidad o como quiera llamarse, no hubiera hecho que el rey don Carlos IV pasase por esta ciudad en el año 1802, de regreso de Barcelona. Vio una inmensa llanura, antes rica y fértil, asolada por las aguas; conoció por si mismo las fuentes origen de tantos males, y como consecuencia de ello resolvió por su decreto de 1 de agosto de 1804 y en virtud de una instancia que le dirigió el pueblo de Albacete, de la que fue portador el Conde de Villaleal, que procediese al desagüe de las lagunas con arreglo al plan formado por el ayudante de la Inspección General de Caminos, don Antonio Bolaños » .

Fruto de estas trágicas  circunstancias  se acometió la empresa ,   nombrándose Director económico al Conde de Villaleal y a D. Antonio Bolaño,  Director facultativo. En menos de 2 años se abrieron 6  leguas  de canal principal, equivalentes a 33,42 Km.,  dirigiéndolo al rio Júcar, a poco más de 1 legua de Valdeganga. Consecuencia  de estas obras, entre los años 1803 a 1805, nacieron 725 personas  y murieron 1803 . Entre 1806 a 1808 nacieron 1042 personas, y fallecieron 928 ( Madoz, 1845).

Sobran palabras para calificar su éxito Pero faltan para poder explicar la inexistencia de monumento, calle o plaza a quien por su benevolencia y generosidad hizo  posible la existencia del mismo Albacete y de sus habitantes.

Este canal fue perfeccionado, posteriormente,  a instancia decisiva del ministro y fiscal cesante  del Consejo Real, el chinchillano D. Antonio Cano Manuel.

La Reina Regente  ordenó crear la « Real Empresa del Canal de María Cristina de Albacete  » en 1829 para el saneamiento y reforma de lo que hoy conocemos como « Canal de María    Cristina » , antes llamado « Real Canal de Albacete »  en lo que fue un gesto hacia Carlos IV que hoy, se insiste, no consta en modo y forma.