« Año Jubilar por el 450 aniversario de la Virgen de la Victoria de Lepanto»
Felipe II, el rey de Hispania, puso al lado de Juan de Austria, de tan sólo 24 años entonces, como mentor a Luis de Requesens, Comendador mayor de Castilla en la Orden de Santiago, cuya sede estaba en Villarejo de Salvanés, pueblo de la actual diócesis de Alcalá de Henares. Luis de Requesens fue en su momento embajador de España ante la Santa Sede y, por tanto, tuvo ocasión de conocer la Sede de Pedro y al futuro Papa San Pío V.
Monseñor Reig recuerda que “a pesar de los ruegos de San Pío V, la desunión de los príncipes cristianos hacía difícil la empresa. Francia e Inglaterra con sus intereses y la presión de los protestantes hicieron imposible afrontar juntos la avalancha del Islam. Fue Su Santidad el Papa, y la generosidad de España, la que por fin logró poner las condiciones posibles para la Liga Santa. San Pío V le confirió un sentido religioso a la batalla, preparó a los participantes en la Liga Santa enviando predicadores que animaran y asistieran a los que formaban la Armada, con el fin de mantener vivo el espíritu religioso en sus gentes. Antes de emprender la batalla se celebró la Santa Misa con confesiones. El mismo Papa oraba a la Santísima Virgen buscando su intercesión. Unos días antes del desembarco estaba en su oratorio ante la Virgen y tuvo una visión que le anticipaba la victoria de la Liga Santa. Desde ese momento siempre pensó que la victoria de Lepanto, ocurrida el 7 de octubre de 1571, había sido una concesión de la Virgen del Rosario”.
Fuente: Cari Filii
D. Juan Mancebo Hurtado de Matamoros. Nacido en Albacete. Combatió en Lepanto contra los turcos a quienes capturó dos banderas. Se encontraban colgadas en una de las columnas de la hoy catedral. Este hecho es recogido por Espinalt García en 1778, por Madoz en 1845, por Piferrer en 1860, por Blanch e Illa en 1866 y por Peñasco de la Fuente en 1889. Tuvieron que desaparecer o ser destruidas con posterioridad a aquellas fechas en lo que constituye un perjuicio cultural irreparable por la repercusión histórica de la batalla.
La batalla fue citada por Michael de Montaigne en sus Ensayos, del siguiente modo:
« […]En estos meses pasados ganaron los españoles una batalla gloriosa contra los turcos, mandando las fuerzas cristianas don Juan de Austria. Otras derrotas hemos sufrido nosotros también por la voluntad de Dios, y eso que no somos turcos ».
JLMembiela