A propósito de la Virgen del
Carmen a 8 días de su celebración (micro ensayo)
por Juan B. Lorenzo de Membiela
Por Real Orden de 19 de abril de
1901 se designa como patrona de la Marina de Guerra española a N.S. del Carmen.
La disposición normativa fue rubricada por la reina regente Da. María Cristina
de Habsburgo y el ministro de Marina, D. Cristóbal Colón de la Cerda, duque de
Veragua.
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Fuente: Wikicommons. Emblema del Carmelo. |
Sin embargo, la devoción a N.S.
del Carmen es muy anterior en el tiempo. La Real Orden así lo cita cuando indica
que era una devoción practicada entre todos los navegantes, militares o
civiles, pescadores y gentes de la mar de toda ocupación. Vemos que la costumbre
arraigada y viva eclosiona, en ocasiones, en el dictado de la ley.
El Carmelo es una montaña elevada
de Israel, situada en Haifa. Su cima es lo primero que se divisa desde las
embarcaciones que arriban por el mar Mediterráneo con peregrinos y viajeros. Es
conocida desde tiempo inmemorial por dos sucesos relevantes: es el lugar en
donde el profeta Elías encontró refugio para protegerse de los enemigos de
Jehová. Tambien desde el Monte Carmelo, el siervo de Elías, Eliseo, vio
acercarse una nubecilla desde el mar que hizo desaparecer la sequía que asolaba
el lugar, suceso relatado en la Biblia en Reyes 18,19-46.
Carmelo o Carmen proviene de la
palabra hebrea Karmel o Ain Karem que
significa jardín de Dios. Los místicos y exegetas a principios del cristianismo
identificaron la pequeña nube procedente del mar como una representación de la
Virgen María, encontrando en el monte Carmelo el recogimiento necesario para
orar a semejanza, como lo hizo el profeta Elías.
En el s. XII los religiosos del
Carmelo construyen una ermita en homenaje a la Virgen en su advocación de
Estrella de los Mares , Stella Maris , en latín, dando paso a la orden del
Carmelo que se extendió por toda Europa.
En la transfiguración de la Virgen
al prior del monasterio de Aylesford, Cambridge , S. Simon Stock el 16 de julio de 1251 le ofrece el escapulario que será signo
distintivo de la orden religiosa. Fue este santo quien llamó a N.S. del Carmen,
estrella de los mares en sus muchas plegarias.
En Capítulo General de la orden en
Inglaterra en 1254 se ordenó fundar en España oratorios y conventos que en un
primer momento lo fue en ciudades de la corona de Aragón. El primer convento fue
levantado en Perpiñán entre 1265 y 1269, por entonces perteneciente a la corona
de Aragón, es decir, a España. Siguió la
arquitectura de edificaciones levantadas en Palma de Mallorca y Valencia. Fue
promovida su devoción por Jaime I y su nieto Jaime II.
En Castilla, la primera fundación
lo fue en Valladolid en el convento de S Pablo de la Moraleja en 1315. Llegó a
Sevilla en 1358 creándose la provincia bética carmelita en 1499. En 1562 se
crea el primer convento de las carmelitas descalzas por Teresa de Jesús y Juan de la Cruz . En 1587
se ubican en Jerez. Entre otras
construcciones cabe destacar la existente en Lietor (Albacete) del año 1700.
Desde que España se adentró en los océanos, más allá de
los confines conocidos, en latitudes suscritas en los mapas con la expresión hic
sunt dracones, siempre los frailes del Carmelo, como capellanes, asistieron a
los marinos.
Grandes generales y héroes de la
Real Armada profesaron un gran devoción a N.S. del Carmen. Entre ellos debe
citarse Antonio Barceló y a Juan Jose Navarro de Viana.
Durante siglos la protección de N.S.
del Carmen a los marinos y marineros ha sido constante e intenso, hechos pueden
mostrarse muchísimos, pero solo citar que este auxilio ha motivado una devoción
y culto muy férreo en los corazones de todas las gentes de mar. Ha resistido a
la degradación de los tiempos y al escepticismo que barre las sociedades despojando
al hombre de su dignidad.
Prácticamente en casi todas las
embarcaciones, grandes o pequeñas, se encuentra un pequeño rincón en donde se halla
una imagen de la Virgen del Carmen. Ante lo terrible de una tempestad, ese
espacio es el único punto en el barco en donde encontrar alguna seguridad
y esperanza que derrote al espanto que provoca la desesperación ante lo inminente .
Como escribí en 2020 : "Su auxilio en mares tempestuosos, como en la adversidad de la vida, nunca es olvidado. ¿Cómo olvidar a alguien que es capaz de arrojar su manto hasta lo más profundo a donde el hombre es capaz de sumergirse? (...) ".
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