La ley de
Parkinson  y el infinito empresarial
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por Juan B Lorenzo de Membiela 
Notas: 
Cyril
    Northcote Parkinson 
Desaparición
    del Imperio incremento de empleados 
Comodoro 
Papeleo 
Villar Palasí 
Fritz Morstein Marx 
Royal Air Force 
Poul Meyer 
Ley de Parkinson 
Jordana de Pozas 
Henry Minztberg 
Práctica 
Crecimiento
    de las organizaciones 
Georges Langrod 
Inventar
    trabajo para sus  subordinados 
Texto: 
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 Entre los años 1914 y 1928 la
Armada británica  aumentó su escala
auxiliar un 78% y sus oficiales en tierra y administrativos
un 40%, aunque el total de personal descendió un 32% disminuyendo un 68% el
número de  buques  de guerra en servicio.
Los hechos de la obra de Parkinson abarcan un amplio periodo temporal
y comprende también  el  que provocó el martes negro de 1929. Por ello la idoneidad de referirse a la misma.
Ello demuestra que nos encontramos con un fenómeno 
sociológico, más allá de las crisis, bélicas o financieras, regímenes
políticos o estructuras administrativas o empresariales.
Cuando Northcote Parkinson 
estuvo en el ejército como oficial de Estado Mayor de la Royal Air Force, 
recuerda: «  Éramos unos setenta en mi unidad. Para decir
verdad, ninguno de nosotros hizo mucho por ganar la guerra. (…)Mandaba nuestra
unidad un comodoro. Por debajo de él
había un coronel. Por bajo del coronel, un capitán de Fragata. Luego venía yo:
el mayor (…). Por una serie de circunstancias, el comodoro cayó enfermo, el coronel
fue trasladado y el capitán de fragata se marchó. Y quedé yo.(…) De repente me
di cuenta de que el trabajo resultaba diez veces más sencillo cuando todo el
mundo estaba fuera. No había nadie que me corrigiera mi gramática y, por
supuesto, nada de reuniones. Nada de papeleo (…) ».
Hoy  es  una ley y una serie de principios  postergados, relegados como   simple sarcasmo burocrático, sobre todo,  para autores de influencia norteamericana
(Chiavenato, 2006:266)   y españoles (Morales, 2004:104). Sin embargo,  tuvo incidencia en España  en el ámbito de la función pública de  los años cincuenta, muy sensibilizada con
temas de gerencia. El  catedrático  Villar Palasí la
califica de « jocosa pero
realmente inexorable »  (1965,85). 
No debe olvidarse que fue respaldada por varios autores, entre
algunos, por el especialista danés en ciencia de la Administración Poul Meyer; el 
alemán, nacionalizado estadounidense, Fritz Morstein Marx y el  polaco, residente en Francia,  Georges Langrod. 
Causó conmoción en el campo de la economía y del derecho de la Administración Pública a nivel mundial.
 Aún la tiene para algunos economistas,  referentes 
obligados en la teoría de la administración  contemporánea, como Henry Minztberg  (2002:275) aunque en aspectos muy  determinados tales como el crecimiento de las
organizaciones.
A pesar de ello,  la Ley de
Parkinson obedece a la  práctica, a lo vivido. No son resultados de elucubraciones teóricas, y
solamente, por ello, merece una atenta lectura. 
El catedrático Jordana de Pozas, publicó en « Documentación Administrativa
»  en 1959 algunos  principios que integran esta Ley. Son
completados con anotaciones de otros 
profesores (cfr.: Fernández, 1964,84).
La Ley de Parkinson  dice:
Un  trabajo se expande  hasta ocupar 
todo el  tiempo disponible
para  su realización. Es decir,  cuanto más tiempo se tiene para ejecutar una
actividad, más tiempo se tomará para 
realizarla.
Los principios   de la ley son
los siguientes: 
1. Un directivo   desea siempre
multiplicar el número de sus subordinados, pero nunca el de sus rivales. Y ello
para darse más importancia dentro de la organización.
2.  Los trabajadores  se crean trabajo recíprocamente, sin
utilidad. Es decir, la proliferación de 
subordinados innecesarios produce, como consecuencia, una generación de
actividades igualmente innecesarias. 
3. Un jefe inventa siempre trabajo para sus  subordinados.
4. No existe ninguna relación, o muy escasa, entre el trabajo que ha
de realizarse y el número de empleados 
al que ha de encomendarse.
5. Siete hombres son capaces de causar a su jefe más trabajo que el
que tenía cuando solía hacerlo él solo.
6. El tiempo utilizado en la discusión de cada asunto de una agenda
está en razón inversa a la importancia del asunto en discusión.
7. La perfección de la estructura de la empresa solamente  se alcanza cuando la institución está a punto
de colapsar. 
8. Las organizaciones son imperfectas y sus objetivos solamente  se alcanzan muy tardíamente cuando ya son
obsoletos.
9. Si el jefe de la organización no es uno de los mejores tratará de
rodearse de empleados que sean peores que él, y a su vez, ellos, tratarán de
tener subordinados que sean peores que todos.
10. Los gastos aumentan hasta cubrir todos los
ingresos.
Uno de los puntos más controvertidos es aquel referido al crecimiento
constante de la administración o empresa: con independencia  del volumen de trabajo, el personal de una
gran empresa  aumenta en un porcentaje
que varía entre el 5,17% y el 6,56% 
al  año.
La obra de Parkinson causó numerosos estudios, entre ellos, el de  Mason Haire en 1959,el
de McWhinney en 1965 y los de Blau y Schoenherr en 1971. 
Fue Rushing, quien en 1968 descubrió que el crecimiento de las
organizaciones afectaba a dos componentes distintos: el personal directivo
disminuía mientras que el administrativo aumentaba. Ello obedecía al incremento  de la especialización en  la empresa.
Otra cosa es  si se alcanza  de este modo eficiencia o no. Para Blau y
Schoenherr siempre se aumenta o en el peor de los casos, se mantiene. Pero sin
duda, un exceso de aparato administrativo llegara un momento en que sea
inasumible pues nada puede mantenerse en 
el infinito (Mintzberg, 2002:279).
Y otra cosa será si la eficiencia es, hoy,  el culmen de cualquier  gestión. Peter Senge, por ejemplo, la califica como algo
superficial  (Senge, 2008).