Pirineos , Cataluña y Napoleón ( 2min.)
por
Juan B. Lorenzo de Membiela
En tiempos anteriores a 1300 los
valles limítrofes en los Pirineos convinieron acuerdos para el
aprovechamiento de los pastos, resolviendo los conflictos que surgían y
alcanzando cierto grado de concordia para subsistir con lo que daba el valle. Eran
las llamadas« Facerias» en Aragón, «Patzeries»
en Cataluña o «Lies et Passeries » en
Francia, que constituían verdaderos tratados internacionales.
Los Pirineos, como dijo Giménez Soler
y Jean Sermet[1]
, no habían separado los pueblos de ambas vertientes, sino que desautorizando
el aforismo de que « los ríos
unen y las montañas separan», las relaciones de vecindad habían producido
beneficios para todos y afinidades para muchos superando las fronteras de los
hombres.
Es más, lo accidentado del terreno,
lo inaccesible, lo desafiante de una
naturaleza caprichosa, originó que «durante más de dos siglos los Pirineos se constituyeran como cantones
suizos interpuestos entre España y Francia y aprovechando exclusivamente a los
valles contratantes»[2].
Podría decirse que el tiempo se
detuvo ante montañas tan escalpadas conservando modos de vida y cultura ancestrales
sin los matices de una modernidad extraña para quienes el tiempo era
medido por orografías inmutables.
Modernidades construidas
sobre uniformidades cartesianas que rompían costumbres y pactos firmados con
palabras que eran leyes. Y en efecto, algo de eso puede que ocurra, cuando la
frontera entre España y Francia se ha mantenido inalterada desde, al menos, el
Tratado de los Pirineos de 1649, a diferencia de otras, en cualquier otra parte del mundo.
Instituciones jurídicas con tanta
raigambre como el régimen de heredero único, la trashumancia, los pactos de uso
compartido de los pastizales entre vecinos, se mantuvieron, ignorando incluso los fueros de sus reyes. Primaba lo local, primaba el
valle, permanecían los acuerdos de
antiguos señores y antiguos justicias…
centurias a.
En el Pirineo francés todo ello podía
ser y por capilaridad al pirineo español. Por razón de que el centralismo franco operaba más de forma
que de fondo. Destaca Nassim Taleb (2013) , que en la Francia de 1863 solamente hablaba francés una de cada cinco personas[3].
No se pudo centralizar totalmente el país a pesar de los deseos de Luis XIV, de
Napoleón y del programa de educación nacional de Julés Ferry. Francia era Paris
y el desierto y poco más.
El poderoso sistema local o
comunal administraba sus territorios con la única presencia del
prefecto (subdelegado o gobernador en España) como titular del departamento
(equivalente a nuestra provincia).
La uniformidad centralizadora se
consigue tras un largo proceso que
comienza con el general De Gaulle y concluye con el presidente D´Estaing en los
década de los 70 del siglo XX. Son ellos quienes concluyen el sueño napoleónico de la
integración francesa.
Esta disparidad, esta refracción
imperfecta, que contrasta con la uniformidad de lo centralizado se
constata en que el Nobel de literatura del año 1904 fue
otorgado al francés Fréderic Mistral
quien escribía en occitano o lengua de «Oc ». Dialecto romance milenario propio del sur francés. Antecedente del catalán y al
uso, con variaciones en cada valle, en
gran parte del Pirineo, incluida la Baja Navarra o navarra francesa[4].
Un ejemplo claro de esta política
la vemos en la Guerra de la Independencia en Cataluña. Cuando Napoleón la anexiona a Francia mediante decreto de 8 de febrero de 1810 [5]y hasta 1814, toda la estructura burocrática gubernativa
en la ciudad fue entregada a
funcionarios franceses. Y deja los municipiosa manos de los propios vecinos. No
tuvo aceptación esa medida en la sociedad catalana, principalmente entre la burguesía
industrial y comercial que sospechaban un perjuicio cierto para sus interés
económicos.
Es en el marco de aquellas relaciones de vecindad, y en el pirineo catalán de los siglos XVIII y XIX,
cuando se recrudecen las disputas por
los pastos entre ganaderos de España y Francia. Es allí en donde surge una identidad
nacional española opuesta a la francesa
y a propósito de la invasión napoleónica. Era el único recurso viable para resolver unos problemas sin arreglos fáciles. Surge el término «gavatxo » o «gabacho », palabra ofensiva para
el francés; y por éste, el empleo del término «español », declamado con agravio
o desprecio (Shubert, 1990:299)[6].
A salvo incidentes aislados pero
inevitables en proporción a toda la extensión pirenaica, se mantienen
costumbres del s. XIV, como por
ejemplo, «El tributo de las tres vacas » que se celebra entre los vecinos de
los valles de Baretous (del Bearn francés) y los del valle del Roncal (Navarra),
que data de al menos 1375[7].
Es considerado el tratado más antiguo de
Europa.
Hay otros muchos ejemplos que hoy
pueden contemplarse en programas de carácter cultural en muchos municipios
españoles y comunas francesas.
[1] Sermet,
J. (1985): «Los problemas de la frontera hispano francesa en los Pirineos»,
Universidad del País Vasco- Argitarapen Euskal Herriko Unibertsitatea Zerbitzua.
[2]
Guilera, J.M.(1963): « Los pactos de facerías en los Pirineos y algunos
conflictos con la mesta aragonesa», Instituto Fernando el Católico, Zaragoza.
[3] Taleb,
N.N. (2013): «Antifrágil », Barcelona: Paidós.
[4]http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k6371855w/f471.image.r=membiela.langES
[5]
Segregada de la corona española junto a Navarra, Vizcaya y Aragón.
[6] Shubert,
A., (1990): « Historia social de España(1800-1990), Madrid.
[7] Garibay,
Esteban de, (1628): «Compendio Historial de las crónicas y universal historia
de todos los reinos de España, donde se escriben las vidas de los reyes de
Navarra », t.III, Barcelona : Sebastian Comellas.
http://grifonepirineos.com/3404m.php
http://www.ossau-pyrenees.com/fr/article/83/boutique#.U6iWG5R_vfI