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sábado, 11 de enero de 2020

Lo directivo y lo cuasi directivo (micro-ensayo)


Lo directivo y lo cuasi directivo (micro-ensayo)

Juan B. Lorenzo de Membiela


Nadie discute que la dirección  concentra un potencial competitivo respecto a los demás  elementos empresariales  que condiciona  su éxito o su fracaso. Lo competitivo depende de su capacidad para explotar, combinar y potenciar los recursos que disponga  y eso queda condicionado por la  capacidad directiva.

Si  esta afirmación es correcta, tambien lo es que cada empresa tiene una actividad diferente con objetivos distintos al abarcar diferentes sectores de producción. Hasta hace poco tiempo se creía que los conocimientos de un directivo para dirigir empresas eran generalistas .  Desde esta óptica  el directivo era voluble, acomodando sus experiencias a cada tipo de empresa, independientemente su objeto.

Esta creencia produjo considerables pérdidas en EEUU en donde desde la segunda mitad de los  años cincuenta  proliferaron directivos con formaciones en derecho o finanzas lo que supuso uno de los motivos del declive norteamericano en las últimas décadas.

En vez de  promover e impulsar las tecnologías del producto y procesos en la empresa, los directivos optaron  por preocuparse por aquellas materias de las que eran expertos: bien  la gestión de la tesorería, bien los procesos de fusión y adquisición. 

El resultado fue una reducción continuada de la productividad empresarial norteamericana frente al auge imparable de los japoneses como expone Abernathy[1].

Frente a ello, nuevos estudios arrojaron la necesidad de cambiar el tipo de dirección clásico por otra en la que se obliga a conocer la naturaleza de la organización, la importancia de la tecnología y las capacidades de producción.

En este punto, la importancia de la dirección comenzó a ser considerada   el recurso más crítico y escaso de las empresas. A ella se deben nuevas formas organizativas como las estructuras divisionales [2] que fomentaron,   en su momento, la explotación de economías de escala y de gama.

La dirección tiene que ver con la asignación, coordinación y movilización de los recursos con los que cuenta cualquier actividad organizada[3].

La aparición de la gerencia como institución social  es un hecho insólito por su rápida configuración y establecimiento. Rara vez en la historia de las sociedades  una institución ha mostrado su necesidad  tan rápidamente, con tan poco oposición y tan mínima controversia.

La gerencia como  entidad  social básica, posee  dos connotaciones:

        1. Es consecuencia de la civilización.

      2. Es materialización de creencias  y valores de occidente como la de tener control  sobre la subsistencia  del hombre mediante la organización sistemática de los recursos económicos.  Esa tarea está encomendada a los gestores  como órgano de la sociedad responsable de hacer productivos los recursos (Peters, 2011:11-2)[4].

Concurren muchos trabajos  que estudian el  puesto directivo pero muy pocos profundizan en él. 

El caos directivo. Fuente: Pixabay. Licencia CC0
Se reiteran generalizaciones sin mayor sistemática que el resaltar aspectos muy concretos omitiendo otros decisivos y complejos y privando al estudio, con ello, del rigor preciso.

Sune Carlson (1951)[5], profesor de la Escuela de Economía de Estocolmo , en la presentación de su estudio  sobre cómo repartían su tiempo nueve directivos suecos, declaró:

«Esta literatura se preocupa más por las especulaciones generales sobre las funciones de los ejecutivos que por la descripción de lo que de hecho hacen […]»

Tesis reiterada por Mason Haire (1959)[6]:

«Se sigue prestando mucha mayor atención al comportamiento y motivaciones  de los trabajadores a destajo y administrativos […] Prácticamente carecemos de estudios sobre lo que hacen en realidad los directivos […] ».

Indefinición argumentada  en  el estudio de Campbell (1970:476)[7]:

« […] El impedimento radica, naturalmente, en nuestra incapacidad actual para definir y medir los requisitos de la tarea directiva. La descripción del comportamiento laboral directivo sigue a un nivel infinitamente  primitivo. El campo del comportamiento directivo sigue siendo una masa esencialmente indefinida».

El problema en que incurre la literatura, incluso cuando se construye  sobre estudios sistemáticos, es la tendencia a centrarse en un aspecto del directivo excluyendo a todos los demás.

Para Mintzberg existen muchos trabajos sobre el directivo como líder y como promotor de decisiones  pero en pocas ocasiones  concurren ambas facetas para generar una visión global del trabajo (1991:31)[8].

La idea de empresario y del empresariado  surge en  el pensamiento económico con gran dificultad. Matiza Raga Gil que la figura del empresario no fue siempre conocida y comprendida[9], aun tratándose  de una figura clave para  la subsistencia de empresas.

Es más, es inexplicable, como razona Mark Blaug, que la ciencia de la empresa no haya dedicado estudios a figura tan esencial, encontrando en este hecho una razón para justificar vacíos tan significativos [10].

Sin duda, el recorrido histórico que se expondrá en un posterior estudio  mostrará que los motivos son filosóficos y apriorísticos. Los primeros en cuanto a una  concepción  newtoniana  de  la sociedad y economía[11] ; El segundo a una priorización intelectual dirigida a resultados económicos finales sin atender a otros fenómenos que no sean materialización de la productividad  […] .




[1] Abernathy, W.J. y Wave, K., (1974): «Limits of the Learnining Case », Harvard Business Review.

[2] Daft, R., (2010): «Teoría y diseño organizacional », México DF: Paraninfo Cengage Learning y Bueno Campos, E. (2007): «Organización de empresas. Estructura, procesos y modelos », Madrid: Pirámide, pp. 233 y ss. y De Miguel, E., (2005): «Introducción a la gestión (management)», Valencia: Universidad Politécnica de Valencia, p. 258.

[3] Cuervo García, A. (2008): «Introducción a la Administración de Empresas», Madrid: Civitas, pp. 140-1.

[4] Drucker., P.F.,  (2011): « La práctica del management », Madrid: Ciro Ediciones.

[5] Carlson, S., (1951): « Executive Behaviour: A Study of the Work Load and the Working Methods of Managering Directors», Estocolmo (Suecia): Strömbergs.

[6] Haire, M., (1959): «Moderm Organization Theory », Nueva York: Wiley.

[7] Campbell, J. P., Dunnette, M. D., Lawler, E. E. III, y  Weick, K. E. Jr., (1970): «Managerial Behavior. Performance and Effectiveness», Nueva York: McGraw-Hill.

[8] Minztberg, H., (1991): «La naturaleza del trabajo directivo », Barcelona: Ariel economía.

[9] Raga Gil,T. (1982): «Proceso económico y acción empresarial. Homenaje a Beltrán Flórez», Editorial Moneda y Crédito, Madrid, 1982, pp. 598-9.

[10] Blaug (1985): «La Teoría Económica en Retrospección». Fondo de Cultura Económica, p. 31.

[11] Claver Cortés, E., Llois Taverner, J., Lloret Llenares, M y Molina Manchón, H., (1998): Manual de Administración de empresas, 4ª Edic., Civitas, Madrid, 1998, p. 61.