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lunes, 4 de febrero de 2019

Naufragio de la fragata Santa María Magdalena construida en 1773 (historia)



Naufragio de la fragata Santa María Magdalena construida en 1773 (historia)


Viveiro (Lugo) fue testigo de una de las mayores tragedias marítimas de la historia, el hundimiento de la fragata Santa María Magdalena en el que murieron más de 500 personas. 

A pocos metros de profundidad aún se conserva parte del casco y del armamento de este gran barco de guerra, protagonista de un siniestro que conmocionó de tal modo a los viveirenses que, a día de hoy, aún sigue presente en su recuerdo.

La fragata Santa María Magdalena se construyó en Ferrol en 1773. Más conocida como La Magdalena, seguramente en honor al barrio ferrolano, era un barco de guerra que tuvo actuaciones destacadas contra la piratería y los corsarios. Hasta que, en 1810, el ejército español y el inglés se aliaron para expulsar a las tropas napoleónicas y crear una poderosa flota hispano-británica que fue conocida como «la expedición cántabra». La Magdalena, como parte de esta escuadra, tenía el objetivo de conquistar Santoña.

Al llegar a Santoña descubrieron que el mayor enemigo no eran los franceses, sino el impresionante temporal que se levantó. «Lo peor que puedes hacer con mala mar es quedar confinado. Lo mejor es salir y, como decimos los marineros, capear el temporal», explica el capitán de navío Bartolomé Cánovas. De Santoña navegaron hasta Viveiro en busca de cobijo, pero la Magdalena ya había perdido un ancla, suceso funesto para cualquier barco.


Llegaron a Viveiro con tiempo muy apacible pero, de repente, se produjo una galerna. «As condicións do mar foron tan violentas, que o comodoro británico referíase a elas como a tempestade perfecta», indica el arqueólogo subacuático Antón López, quien también explica cómo se comportaría la fragata Magdalena sin su ancla principal: «Hai que imaxinar o barco dando bandazos dun lado ó outro, máis dun canón solto... Era unha situación absolutamente desesperada».











Fuente: Pixabay.Licencia CC0

Los vecinos de Viveiro no tardaron en llegar a la playa con mantas y medicamentos, pero era imposible acercarse al barco. Estaban a pocos metros, pero nada podían hacer por ellos. "Era complicado llegar al barco e imaginar las más de 500 personas dentro de un buque , con una tormenta como esta sabiendo que van a morir " 

Al dia siguiente toda esta playa de más de 2 km. estaba llena de cadaveres.Comenzaron a retirarlos en carretas tiradas por bueyes .

Dos de estos cadáveres llamaron la atención de los viveirenses que acudieron a la playa; estaban abrazados. «Resultó que uno de ellos era el comandante del barco, Blas de Salcedo. El otro era un guardiamarina de apellido Salcedo, su hijo», explica Raúl Villa, secretario de Exponav.

Al parecer, cuando el hijo del comandante se encontraba prácticamente en la orilla oyó la voz de su padre pidiendo ayuda desde la fragata. Entonces, sin pensárselo dos veces, exhausto como estaba, fue a intentar salvarlo. Lamentablemente, ambos murieron en el mar. Esto provocó que la Armada prohibiese a padres, hijos y hermanos viajar juntos en un mismo barco. Además, cuenta la leyenda que, si se pasea por la playa de Covas la noche de todos los Santos, fecha en la que ocurrió el naufragio, aún hoy se puede llegar oír el grito del guardiamarina: «Padre aguanta, voy a salvarte».ç

Fuente: La Voz de Galicia