El silencio de los buenos (reflexión)
Juan B. Lorenzo de Membiela
Juan B. Lorenzo de Membiela
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Este carácter cíclico de la historia fue detectado en la
antigüedad por el historiador griego Polibio,
por Oswald Spengler en su Obra «La decadencia de Occidente»[1] e incluso por Ortega en su «Epílogo sobre el alma desilusionada» (T III, 1966: 221-9).
La esencia motriz de estos movimientos cíclicos la encontramos entre lo que es degeneración, que no tiene autentico ser
y que por culpa de su objeto no se puede conocer y la idea geométrica pura de la justicia, de grandeza, de impoluto
resplandor, que es siempre lo que es y por eso tenemos siempre un conocimiento
pleno de ella (cfr. Ortega, «En torno a Galileo», 1930:90)[2].
Entre ambas realidades antagónicas surgen movimientos cíclicos, positivos y
negativos, constructores y destructores.
El vizconde de
Bolingbroke escribe a Swift, en 6 de mayo de 1730: «Una degeneración nacional sólo puede curarse
mediante calamidades nacionales».
Pero no hay que perder la perspectiva de
que la propia degeneración y precisamente unida a su propio mal, puede generar un
resurgimiento de la virtud como el propio Bolingbroke reconoce[3].
Es posible que sea necesario un rinascimento . Un cambio.
Ya no cabe ser productor de política como tecnología racional del poder (Havel, 1991:71)[4].
Demasiados valores y conceptos como la libertad, la igualdad, la vida, el socorro, lo democrático, la verdad, la mentira - aquello que se anuncia pero no se cumple- , lo colectivo y lo individual,
necesitan una nueva definición que
no encaja con lo que percibimos. Simplemente por una exigencia de sistemática
científica y social.
Lo preocupante de todo lo que está ocurriendo, como clamó Martín Luther King, es el silencio de
los buenos:
«No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos,
de los sin ética. Lo que más preocupa es el silencio de los buenos».
Es, entonces, cuando la maldad
prospera.
[3] Ortega y Gasset, J. , (1965): «Obras
completas de Jose Ortega y Gasset», t. IX, Madrid: Revista de Occidente p. 253.