Por imperativo financiero ( 7 min.)
©Juan B. Lorenzo de Membiela
Doctor por la UV
Karl
Popper declaró en Múnich en 1989, la ficción
que supone creer que
la democracia es el « gobierno del pueblo ». Aunque es deseable siempre como sistema político porque
con las elecciones hace posible, al menos, desplazar un gobierno por otro sin violencia ni
derramamiento de sangre. Preferible, además, a la tesis marxista que defiende la intensificación
de la lucha para acelerar la llegada del socialismo (Popper,
1977). Con la conocida tragedia de quienes
quieren imponer « el
cielo sobre la tierra de los
trabajadores oprimidos » que no alcanzan si no alienaciones inaceptables
propias de un « Estado-policía
».
La vigencia de Popper y su teoría,
criticada como «
realismo totalitario », encuentran acomodo en la actualidad por la
concurrencia del « imperativo financiero »
.
Lo económico mediatiza
la voluntad del gobierno. Ante un país
comprometido por gestiones insuficientes, la insolvencia subordina la decisión soberana. Y ello por la imperiosa necesidad de alcanzar una reputación cuya falta se arrastra y agudiza por la crisis globalizada.
La
reputación o fama como valor infungible
despliega toda su importancia en este escenario. En muchas ocasiones la realidad de los hechos
queda tamizada por las percepciones que recibimos. No siempre lo que se percibe es real y pensar que lo que
no se percibe no existe puede ser un error. Pero también a la inversa. Y no
sólo en España.
La
diferencia entre esta crisis sistémica y
las de 1929 o 1870, es el dominio de tecnologías que ayer eran inauditas. Entre ellas, la
neurociencia y sus avances en el
concomimiento del cerebro y el comportamiento humano.
El
neurólogo Antonio Damasio ha demostrado el papel de las emociones y los
sentimientos en el comportamiento social
(Castells, 2011) . Y con ello la
función de las emociones y el pensamiento en la toma de decisiones
políticas (Jamieson,1992; West, 2001 y Richardson, 2003) y económicas. Todo ello genera un dilema ético de primer orden, que aún
permanece latente, porque hablamos
de « influir» en la persona
sin que sea consciente y por ello sin
valorar su consentimiento. Es la nueva esclavitud que nos aguarda porque
rompe la libertad y la voluntad y se
manipula su integridad moral o
integridad psicológica.
Dado
que la economía es modulada en gran
parte por emociones – véase a Daniel
Kahneman- muchas veces no
racionales, es importante reducir la angustia de la incertidumbre afianzando esperanzas sobre lo que
es o aparenta ser consistente. Hoy la solidez o la apariencia de solidez
económica de los países son referentes necesarios
para calmar tormentas financieras o
acceder al crédito internacional a un interés bajo o muy bajo.
La
urgencia de la intervención del gobierno obedece a que España no inspira solidez o apariencia de solidez en los mercados internacionales. Es difícil
transmitir esa sensación con una tasa de desempleo tan elevada, pero hay
responsabilidad de intentarlo con otros recursos.
Las medidas no acordadas por intereses electorales han ocasionado la
caída de lo propio y de lo ajeno. Frente
a una estrategia conservacionista el imperativo financiero deterioró la solvencia de un país.
Se
confirma las tesis de que el destino individual y también el
prestigio del individuo está definido en
gran medida por el destino y el prestigio de grupos y en nuestra época por el
destino y el prestigio de los Estados o naciones a las que pertenece la persona
(Norbert Elias, 1985).
Todos
somos perjudicados.
La
consecución de esa confianza para evitar especulaciones extremas y el hundimiento de la zona euro ha originado
una cesión de soberanía nacional a organismos supranacionales, en
nuestro caso a la UE. En esto consiste la llamada «
gobernanza económica »: mayor intervención en las políticas económicas y presupuestarias, regulación más estricta de los agentes financieros y creación
de un «
Mecanismo Europeo de Estabilidad » (MEE) a partir de 2013.
Los
ajustes públicos ya están siendo aplicados en España. Sin duda, la merma de derechos personales se hará patente en toda Europa. Hoy ya no se
habla de «
derechos individuales » sino de «
debes individuales ». Hace pocos meses parecía impensable pero ante el
abismo del «
default » o quiebra del país, se apela a lo extremo.
Conviene no olvidar las medidas adoptadas en 1870 y la situación de los
ciudadanos.
La conjunción entre derechos
fundamentales individuales y Estado de
Derecho, por un lado, y potestad del Estado para adoptar estrategias económicas,
por otro, queda justificada cuando de
razones económicas se trata .
El
gobierno democrático, razonaba « The
Economist »,
no menos que la dictadura debe tener siempre
poderes plenarios « in posse » sin
sacrificar su carácter democrático y representativo. No hay derechos
individuales que nunca puedan ser tocados por el Estado. No existe limite al
poder de regulación que puede y debe emplear un gobierno libremente elegido por el pueblo y al que puede criticar
una oposición.
El
control de la economía lleva aparejado siempre un deterioro de los derechos personales y una lesión
significativa a la igualdad de las minorías (Hayek, 2006).