Golpe de estado administrativo en Venezuela: la compulsión totalitaria (noticia)
«Hoy, el golpe de Estado de Maduro es más silencioso y sostenido. Asfixia a las instituciones adversas. Les quita el aire, el agua y el sueldo. Es el golpe del que los diputados ni siquiera se atreven a denunciar en un país concentrado en buscar comida, medicinas y en protestar».
Seis meses después de asumir sus cargos, el gobierno de Nicolás Maduro les ha cerrado el grifo. Literalmente porque ni agua potable disponen dentro del Parlamento.
Cada vez que un diputado o cualquier trabajador del parlamento necesita beber agua, debe salir del recinto y comprarla en los establecimientos alrededor del Congreso. El agua corriente no es apta para el consumo en Caracas.
El camino no está exento de peligros. En los alrededores del parlamento, grupos armados afectos al gobierno suelen amenazar a los diputados opositores, lo que ha obligado a buena parte de ellos a moverse con escoltas.
En el recinto donde se debaten las leyes del país, hay poco papel. Los diputados elaboran sus cálculos y documentos sobre hojas recicladas. No se desperdicia ni una. La escasez es máxima.
Los días de sesión eran los martes y jueves, pero los diputados que viven fuera de Caracas pidieron que se concentraran los martes y miércoles. No tienen dinero para pagar tantos hoteles. En los tiempos en los que el chavismo dominaba el parlamento, los diputados del interior del país obtenían viáticos para su hospedaje. Hoy, se quedan en casa de amigos o conocidos.
Ante la gravedad de la situación del país, los diputados han acordado no reclamar públicamente sus recursos ni sus derechos. Viven de donaciones de familiares, amigos y los allegados que conocen las penurias de los parlamentarios. Pero temen que, en un país donde la gente muere por falta de suero, insulina o quimioterapias, la población más desfavorecida no entienda sus reclamos.
[…]«Se trata de un golpe administrativo en toda regla. Ningún diputado recibe la nómina. Sólo los trabajadores. Se trabaja por voluntarismo, con la convicción de que se combate contra una dictadura. Los diputados electos trabajan como unos disidentes en la clandestinidad. Piden ayudas para mantener a sus familias y a sus escoltas”, explicó Correia, director de comunicación ciudadana de la Asamblea Nacional a Economía Digital».
Fuente: Economía Digital